Según todos los indicios, ésta es la biografía definitiva –¿y posiblemente la última?– del titán de los medios de comunicación Robert Maxwell, padre de Ghislaine, residente en la mansión italiana de Oxfordshire Headington Hill Hall y propietario del Daily Mirror y del New York Daily News. John Preston, autor de Un escándalo muy inglés, el libro sobre el caso de Jeremy Thorpe, está ampliamente considerado como el mejor hombre para tratar el escandaloso tema. En el Sunday Times, el autor Robert Harris escribe que el libro "se desliza tan rica, fácil y placenteramente como una cucharada de caviar Beluga".
El libro es aproximadamente la duodécima biografía de Maxwell, la mayoría de las cuales fueron publicadas en la década de 1990 (una de ellas, una memoria bastante conmovedora, A Mind of My Own, por su sufrida viuda, Betty, que murió en 2013). Pero, como escribe Duncan Campbell en The Guardian: "Preston se acerca a su tema con la ventaja tanto de la retrospectiva como de su gran habilidad para exponer la hipocresía y los subterfugios". Llega a las librerías en un momento Maxwell-manía; cuando dos podcasts dedicados al tema están dando vueltas en la cima de las listas de iTunes (Hunting for Ghislaine, de John Sweeney, y Power: The Maxwells, de Tara Palmeri) y su hija menor, la famosa Ghislaine Maxwell, está encarcelada en el Centro de Detención Metropolitano en Brooklyn y regresando a los titulares de los periódicos cada vez que se materializan nuevas informaciones.
Fall narra el asombroso ascenso de Maxwell –una palabra tan extendida que se ha convertido en un engorroso cliché, pero que en este caso parece muy acertada– hasta su calamitosa caída. Nacido como judío ortodoxo, escapó de la ocupación nazi de Checoslovaquia, luchó en la Segunda Guerra Mundial y fue condecorado por su heroísmo con la Cruz Militar; llegó a ser diputado laborista, tuvo una amplia familia de nueve hijos (dos de los cuales murieron jóvenes) con su esposa, Betty, y se convirtió en un empresario de éxito.
Harris se deshace en elogios hacia el relato de Preston: “Tiene el ojo de un novelista para lo grotesco, el conocimiento interno de los periódicos de un periodista, un eficaz estilo inexpresivo, y ha realizado un gran trabajo de investigación original, entrevistando a decenas de testigos, incluyendo a tres de los hijos de Maxwell (Ian, Christine e Isabel) y a Rupert Murdoch". Es interesante recordar que Maxwell y Murdoch fueron durante un tiempo rivales a brazo partido, ambos propietarios de sus respectivos imperios mediáticos que se disputarían la parte del gigante del negocio periodístico británico. Preston se pregunta: "¿Qué fue lo que salió mal? ¿Cómo un héroe de guerra y modelo de sociedad se convirtió en una ruina hinchada y amoral?
En cuanto a la mundialmente famosa Ghislaine, amiga del príncipe Andrés y supuesta madame de Jeffrey Epstein (acusación que ella niega ferozmente), Harris escribe: "Uno puede imaginar cuánto habría odiado el anciano ser eclipsado, incluso en notoriedad". Lleno de coloridos detalles y anécdotas, los lectores descubren que el pelo y las cejas asombrosamente oscuros de Maxwell eran teñidos semanalmente, con L’Oreal Crescendo, por el peluquero jefe del Savoy; que hacia el final de su vida estaba "enamorado" (en palabras de su esposa) de su joven asistente personal, Andrea Martin, y que el Lady Ghislaine (el yate del que se cayó y murió) fue vendido por 15 millones de dólares a Anna, la ex esposa de Rupert Murdoch.
En cuanto a su muerte, Margaret Thatcher y el presidente George H. W. Bush se apresuraron a darle el pésame; poco después se supo que no sólo estaba en bancarrota, sino que era un fraude (a escala multimillonaria, habiendo saqueado el fondo de pensiones del Mirror). En cualquier caso, merece la pena leer este libro.
Artículo original publicado en Tatler y traducido por Estrella Ariza. Acceda al original aquí.
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