Ava Gardner, la diva que nació, sufrió y amó en Nochebuena: de sus fiestas con Sinatra a su idilio con Dominguín

Las navidades de Ava Gardner sabían a coco y chocolate, los sabores de los dos pasteles que año tras año sin faltar, le preparaba su hermana Bappie y le enviaba a cualquier parte del mundo donde estuviera la diva. Si esa hermana, 19 años mayor que ella, hacía dos es porque si el hijo de Dios nació el 25 de diciembre, la diosa Ava lo hizo el 24. “Menudo regalo de Navidad debí ser para mis padres, que ya tenían cuatro hijas y dos hijos. Yo les hacía tanta falta como un disparo en la cabeza”, contó ella sobre su nacimiento en fiestas y en una casa donde el padre era aparcero y no abundaba el dinero.

Si los cumpleaños sirven para hacer balance, cumplirlos acabando el año le da más sentido a esa reflexión. Quizá por eso Ava tomó decisiones y desvíos que hicieron esas fechas clave en su biografía. Por ejemplo, nada más entrar en Hollywood y prendarse de Mickey Rooney quiso anunciar su boda con el actor el día de Nochebuena. Si no sucedió es porque el 7 de diciembre tuvo lugar el ataque a Pearl Harbour y al novio lo llamaron a filas. No se incorporó porque a pesar de su edad (21) tenía la tensión alta,pero dadas las circunstancias decidieron que más que una rueda de prensa era mejor que el enlace lo anunciara Hedda Hopper, actriz, periodista y la reina del cotilleo en Hollywood.

El matrimonio duró un año: “Éramos unos críos nuestras vidas estaban en manos de otros. No tuvimos non una oportunidad”, resumió décadas después la actriz, que escogió la siguiente Navidad para dar esa relación por finiquitada. Pronto inició un romance con Howard Hughes, que como primer regalo le puso un Cadillac en la puerta de su casa. Por las fechas podría ser un presente navideño, de cumpleaños o un resarcimiento por haberle dislocado la mandíbula a Ava de un guantazo días atrás.

Luego llegó a su vida Frank Sinatra, el hombre que marcó sus fiestas navideñas para siempre. Al menos musicalmente, pues no son pocos los testimonios que recuerdan a Ava, muchos años después de haber acabado con él, escuchando siempre sus discos y muy especialmente en Navidad. "La Voz" entendió mejor que nadie qué significaban esos días para la actriz y los marcó, además de con su voz, con detalles como el Corgi que le regaló en la Navidad de 1950. Lo llamaron Rags y desde ese momento, Gardner no pudo vivir sin él –incluso se fotografió con Rags para felicitar las fiestas a sus seguidores–y tuvo varios ejemplares de la misma especie lo largo de su vida.

Navidad en la selva

Sinatra no faltó nunca a las fiestas navideñas de su esposa. Por eso se plantó en una de las más extravagantes que Hollywood recuerda: la quecelebró la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) en 1952 durante el rodaje de Mogambo en el Congo. Allí, Grace Kelly, Clark Gable y el resto del equipo montaron una fiesta en medio de la selva. La recuerda Lee Server, biógrafo de la diva, en Ava Gardner: "Love Is Nothing. La escena es la siguiente: un baobab retorcido y cubierto de luces; un avión procedente de Estados Unidos aterrizando en la sabana con pavos asados y cajas de champán; John Ford, el director de la cinta, leyendo fragmentos de la Biblia; bailarines congoleños bailando y cantando villancicos en francés y Sinatra desplegando la garganta que lo hizo mito junto a ellos.

Las navidades de 1953 tuvieron otro tono y supusieron un punto de inflexión en la relación de Ava con “La Voz”. Fue el año que la actriz aterrizó en Roma para rodar La condesa descalza con Humphrey Bogart a las órdenes de Joseph L. Mankiewicz. En el descanso de las fiestas, decidió irse a España. Su relación con Sinatra, siempre violenta, iba peor que nunca pero Frank le dijo que viajaría para verla, algo que a Ava no le hizo especial ilusión. Se deduce de un recuerdo de Lauren Bacall. La actriz viajó a Roma para verse con Bogart y Sinatra le pidió un favor: que le llevara un pastel de coco a su mujer, sabedor de que era una de las cosas que le recordaba a su casa y a su infancia. “Soltó el paquete en la cocina y ni lo abrió. Ava estaba harta de Frank”, contó Bacall.

Y conoció a Dominguín

Días después, Gardner recaló en Madrid, en casa de Ricardo y Betty Sicre la pareja de espías que la acogió, la aconsejó y ayudó siempre en la capital española. Los mismos que le presentaron a Luis Miguel Dominguín Con ese encuentro, la Navidad de 1953 se convirtió en la confirmación de que lo suyo con Frank estaba muerto. El intérprete de "My Way" llegó a Madrid horas después de una noche de pasión entre Ava y el torero en el Hotel Wellington.

Los días madrileños de la diva los documentó magníficamente Marcos Ordóñez en Beberse la vida. En ese libro también hay recuerdos navideños de Ava Gardner, como la fiesta que celebró en La Bruja, la casa que compró en La Moraleja. En las páginas de ese volumen, el periodista Jorge Fiestas recordaba a Ava en la Navidad de 1966 vestida de rosa y negro, fantástica y recibiendo a un grupo de gente variada, casi nadie del mundo del cine. “Un árbol de Navidad con bolas japonesas y un espléndido bufete presidido por un gigantesco jamón de Virginia. Junto al jamón, dos pequeños pasteles caseros, uno de coco y otro de chocolate (…) La fiesta duró de las ocho de la tarde a las ocho de la mañana. Y hubo mucha alegría en los rostros”.

España, que Ava Gardner describió como su refugio espiritual, fue el final con Sinatra, quien sin embargo la marcó para siempre, no sólo con sus canciones. Queda claro en The Secret Conversations, libro de Peter Evans que recoge las charlas que tuvo con la actriz de The Killers. “Frank nunca olvida mi cumpleaños”, contestó a la pregunta de si mantenía contacto con su ex marido, con quien confesó hablar dos o tres veces al año. “Es que es un sentimental”, añadió ella pícara y algo condescendiente. “¿Lo llamas tú alguna vez?”, preguntó Evans y ella replicó, aún más divertida: “Nunca, es un hombre casado, cariño”.

Mallorca, otro refugio

Las navidades españolas de Ava Gardner no solo tuvieron lugar en Madrid. Mallorca fue otro de los escenarios que eligió para descansar y celebrar esas fiestas. Concretamente, en Deiá pasó las de 1961, momento famoso en su mitología pues es la noche en que quiso sacar a bailar al guardia civil que debía escoltarla y éste se resistió quedando para la leyenda como el hombre que ese atrevió a rechazar a Ava Gardner, la estrella que nació en Nochebuena y que sólo se arrepintió de algo que hubiera hecho en esas fechas: las fotografías que se hizo para contentar a publicistas, agentes y productores.

"Con esquís en la duna de una playa o sobre un bloque de hielo, mierdas así", recordó ella ya retirada sobre unas tomas que se hacían estrellas como Lana Turner o Elizabeth Taylor para promocionarse. De Ava se conservaban varias felicitando las fiestas, como la de su perrito Rags o la de su casa de Roma en 1953, donde posa junto a un abeto adornado y deja claro, una vez más, que no hubo hombre ni árbol que pudiera hacerle sombra.

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