El descenso de la temperatura del termómetro afecta a tu rostro más de lo que imaginas. “El frío intenso ‘quema’ la superficie de la piel y por ese motivo se vuelve reseca, sensible, aparecen rojeces y en algunos casos asperezas”, asegura Paola Gugliotta, doctora en dermocosmética y fundadora de Sepai y Apoem. Sin embargo, este año puede poner remedio a tu cara apagada antes de que haga su aparición estelar invernal. Basta con que modifiques algunos hábitos de cuidado y ¡voilà!
Comenzamos por la limpieza, pilar clave de cualquier rutina de belleza facial. “Que sea eficaz pero delicada con la composición de la piel es esencial. Con la llegadam del frío hay que evitar las espumas, que puede arrastrar parte de la película protectora de la piel, y usar bálsamos, leches limpiadoras o las formulas oil-to-milk”, advierte Pedro Catalá, cosmetólogo, doctor en Farmacia y fundador de Twelve Beauty.
Después también es importante usar una crema hidratante cuya textura se adapte a las necesidades específicas que tiene nuestra piel en invierno. “Debido a los cambios de temperatura y humedad lo más probable es que tu piel necesite una base de hidratación distinta, ya que tenderá a estar más seca, por lo que tendrás que elegir una crema distinta a la que usabas en verano, capaz de mantener los niveles óptimos de hidratación en esta época”, recomienda Rubén Rubiales, farmacéutico y CEO de Lesielle.
Antes de salir de casa, ¡no te olvides de la protección solar! Ya que los rayos ultravioletas dañan la piel aunque no haga sol. Y por la noche es aconsejable que te apliques “cremas o serums con ácido hialurónico para reforzar la hidratación y permitir una correcta regeneración celular durante el sueño”, sugiere Gugliotta.
Y una vez a la semana te tocará exfoliarla, ya que “este gesto es necesario para contrarrestar el engrosamiento y la opacidad que caracteriza a la dermis en los meses más fríos, asegura Stefano Gaetani, Chief Product Officer de SkinLabo. Sin embargo, tendrás que tener especial cuidado, porque con el frío el cutis está mucho más sensible, por lo que “es mejor que lleves a cabo este gesto por la noche, ya que las horas de sueño ayudan a calmar y mitigar el enrojecimiento en caso de irritación”, añade. A continuación ponte una mascarilla que hidrate en profundidad, aportando elementos grasos esenciales que ayudarán a reconstruir la barrera lipídica.
Por último, es importante que prestes especial atención a la temperatura del agua que utilizas para tu higiene diaria. Aunque el agua caliente es perfecta para relajar todos nuestros músculos del cuerpo (y de lo más apetecible cuando hace frío), es mejor que optes por la templada, ya que la caliente provoca que los vasos sanguíneos se dilatan, lo que puede provocar cuperosis (rojeces).
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