En los últimos meses mucho se está hablando del nuevo hospital de emergencias levantado por Isabel Díaz Ayuso que pondrá en marcha en unos días la Comunidad de Madrid. El centro, ubicado muy cerca del Aeropuerto de Barajas, contará con una superficie de más de 10.000 metros cuadrados. Este hospital de pandemias llevará el nombre Enfermera Isabel Zendal y no es un nombre elegido al azar, ya que esta mujer, gallega de nacimiento, tuvo una gran relevancia por su labor sanitaria a comienzos del siglo XIX.
Isabel Zendal Gómez nació en 1771 en Órdenes, un pequeño municipio a caballo entre Santiago de Compostela y A Coruña rodeado de bosques de eucaliptos. Creció en el seno de una familia humilde y sus padres, Jacobo Zendal, procedente de la parroquia de Santa Cruz de Montaos, y su madre, María Gómez, de la de Parada, eran agricultores y padecieron dificultades para poder dar de comer a su familia numerosa. Isabel fue la segunda en llegar, antes ya había nacido Bernarda y luego llegaron Juan (1774), María Antonia (1776), Joseph (1778, que falleció a los pocos días de nacer), Francisca Antonia (1779), Joseph y Cathalina (1782, gemelos que murieron en el primer año de vida) y el pequeño, Joseph (1784). Desde muy pequeña, Isabel mostró sus inquietudes para estudiar y sus ganas de aprender y fue la única niña que iba a clases particulares con el párroco de su pueblo y también ayudaba a sus progenitores en el campo.
Empezó como ayudante en el hospital
Cuando apenas tenía 13 años, la madre de la entonces adolescente falleció de viruela, un hecho que hizo que Isabel comenzara a interesarse por el mundo de la medicina. Con 20 años dejó el campo y empezó a trabajar como ayudante en el Hospital de la Caridad de La Coruña, que había sido fundado por Teresa Herrera, filántropa española que tras la muerte de sus padres había empezado a atender a mujeres enfermas que no podían mantenerse y convirtió su casa en un ‘hospitalillo de Dios’, como ella misma lo llamó. En 1789 realizaba otra donación para levantar el Hospital de la Caridad y al ser analfabeta no pudo firmar el acta. El 31 de julio de 1793, cuando Isabel tenía 22 años, dio a luz a su hijo Benito, al que crió como madre soltera.
Tras varios años en el hospital, en 1800 empezó a trabajar como rectora de la inclusa, el establecimiento de beneficencia, un orfanato, en el que se acogía y criaba a los niños abandonados o repudiados por sus padres. Le pagaban una mínima cantidad de dinero y un trozo de pan para cada día, a lo que un año después se sumó un pedazo de carne para que pudiera dar de comer también a su hijo. Fue en noviembre de 1803 cuando se puso en marcha una expedición de 37 personas desde el puerto de La Coruña que pretendía llevar la vacuna de la viruela a América en un barco dirigido por Francisco Javier Balmis, un médico militar español y cirujano honorario de la corte, y financiado por el rey Carlos IV. Fue la primera expedición sanitaria internacional de la historia, conocida como la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna y el objetivo era inmunizar a miles de personas ante la temida amenaza de la que hoy se sabe que fue la enfermedad vírica más mortífera de la historia de la humanidad.
Un pilar esencial en una de las grandes gestas sanitarias
Isabel encontró a Balmis de casualidad y le contó los problemas en los que se encontraban los niños del orfanato y la grave situación a la que se enfrentaba cada día. Le ayudó a localizar a niños sanos para la expedición y la noche antes de partir, el médico le pidió que se uniera a ellos pese a la dureza que se iba a vivir en el camino. En algunas novelas sobre la enfermera se ha hablado de una historia de amor entre los dos que nunca fue confirmada. Isabel dejó su trabajo para hacerse cargo de los 22 niños (entre los que se encontraba su propio hijo Benito, de nueve años) que llevaron la vacuna: eran seis pequeños llegados desde la Casa de Desamparados de Madrid, 11 del Hospital de la Caridad de La Coruña y cinco de Santiago. La vacuna debía ser llevada por niños de tres a nueve años que no hubieran pasado la viruela y se transmitía de uno a otro cada 9 o 10 días. La expedición arribó a Santa Cruz de Tenerife y ahí estuvieron diez días vacunando. Partieron de Canarias el 6 de enero de 1804 y llegaron a Puerto Rico un mes después.
Un año más tarde volvieron a tomar rumbo hacia Filipinas con 26 niños y llegaron a Manila el 15 de abril de 1805. El 14 de agosto de 1809 la expedición regresó a Acapulco, pero Isabel permaneció en Puebla, junto a Ciudad de México, con su hijo. Nunca regresaron a España. La expedición, en la que Isabel fue la única mujer y la primera enfermera en una misión internacional durante los nueve años que duró, vacunó directamente a más de medio millón de personas. Fue, sin duda, una de las mayores gestas sanitarias de la historia.
Una enfermera que hizo historia
En 1950 la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció a Isabel Zendal Gómez como la primera enfermera de la historia en misión internacional y uno de los pilares de la expedición. En 2016 nacía la Asociación Isabel Zendal en A Coruña, dedicada a investigar, difundir y promover en todos los ámbitos el protagonismo de Galicia en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. La historia de la que aseguran fue la primera enfermera de la Sanidad Pública española se ha visto reflejada en varios libros, como A flor de piel, escrito por Javier Moro en 2015, o un cómic de 2018 titulado Nuevo Mundo. Isabel Zendal en la expedición de la vacuna, cuyo autor es El Primo Ramón. Además, en 2016 TVE emitió la película de Miguel Bardem 22 ángeles en la que la actriz gallega María Castro dio vida a Isabel Zendal.
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