¿Qué está pasando entre Phil Collins y su exmujer Orianne? Él quiere echarla de su mansión, ella se ha casado con otro en secreto…

En verano de 1999, el hotel suizo Beau-Rivage Palace ofrecía en Lausana todo lo necesario para una boda de ensueño: por unos módicos 700.000 euros, un risueño cantante de 48 años y una traductora de 27 celebraron una ceremonia cargada de celebridades y lujo. Durante tres días, los músicos Elton John, Eric Clapton, o Mark Knopfler disfrutaron de regalos junto a otros 320 invitados. El novio cantó en la boda, uniéndose a la orquesta contratada para dedicarle a la novia In the air tonight, el baladón AOR con el que el músico Phil Collins dejó atrás a su antiguo grupo, Genesis, en 1981. El novio también era Phil Collins. La novia era Orianne Cevey, hija de una adinerada familia de Suiza, donde ambos vivían. La pareja se había conocido en un tour de Collins, donde el cantante llevaba décadas aficionado a tener líos extramaritales. Cevey era su tercera esposa. Conocerla había sido el motivo del divorcio de la segunda, Jill Tavelman, la madre de Lily Collins.

El motivo directo, queremos decir: en los 90, Phil Collins había aprovechado dos giras para reencontrarse con una antigua compañera de clase. Pero Cevey fue el motivo directo para que Collins le dijese a un juez que ya no quería a Tavelman, pero sí su divorcio. Las malas lenguas afirman que Collins pidió el divorcio por fax. Una leyenda que ha acompañado tanto al cantante estas décadas que ha tenido que desmentirlo, sin mucho éxito, en varias ocasiones, tanto en entrevistas como en sus memorias, Aún no estoy muerto.

Durante seis años, entre Suiza y Nueva York, Cevey y Collins tuvieron dos hijos y una vida tirando a nada mediática. Hasta que el divorcio entre ambos, que llegaría en 2006 y se acabaría en 2008, devolvió a Collins a las portadas: esa separación le costó al cantante 25 millones de libras, 36,5 millones de euros. La mayor fortuna jamás pagada por un famoso británico en un divorcio hasta la fecha. Pero el gusanillo del amor frustrado y el miedo a la muerte en solitario son capaces de muchas cosas. Así, Collins anunció a un sorprendido planeta que había vuelto con Cevey justo un decenio después, en 2016. La pareja ahora vivía en Miami, en la millonaria mansión del cantante, valorada en unos 35 millones de euros, y donde dentro tiene una colección de recuerdos históricos (históricos de verdad, no de Genesis) valorada en otros 12’5 millones de euros.

Collins lo justificó por sus hijos y, especialmente, porque "nos echábamos de menos". Ya hemos dicho antes que Collins es de los nostálgicos del amor. Pero hace dos meses, sin embargo, aquel segundo capítulo entre Collins y su exmujer acabó. Y acabó mal. Resulta que Cevey llevaba un tiempo manteniendo en secreto una relación con un guitarrista de un grupo de versiones y, no contenta con ello, decidió casarse con él. A espaldas de Collins. En verano. ¿En Lausana, a la orilla del Lago de Ginebra, a la sombra de los Alpes, en un hotelazo? No, en Las Vegas, donde actúa el grupo de dicho guitarrista, Thomas Bates. El certificado matrimonial ha circulado por varios tabloides británicos. Y Phil Collins no se lo tomó especialmente bien, menos aún que ella le dejara por teléfono. Con un mensaje de texto en el que ignoramos si había emojis.

No sería el único lío que habría tenido Cevey, que al parecer le contaba a Collins que sus constantes viajes a Las Vegas, donde se compró una casa en diciembre, valorada en un millón y medio de euros, eran por negocios. Cevey también habría estado dos años manteniendo relaciones con un estríper y, en general, manteniendo la apariencia de una relación con el cantante.

Sea como fuere, hace un mes que Collins le dio una semana de plazo a Cevey para que se fuese de la mansión y de su vida, en ese orden. Ella contestó entonces, tras pasar por tres abogados en otros tantos días, que no se iría por su propia voluntad, pero sí a cambio de 18 millones de eueros. Los que habría perdido cuando Collins quiso volver con ella y Cevey se divorció sin negociar de su marido de entonces, el inversor bancario Charles Fouad Mejjati, con el que tiene otra hija, Andrea. Ese divorcio terminó en acuerdo en 2017, un año después de que Collins y Cevey hubiesen vuelto. En teoría, el cantante le habría prometido a su exmujer parte de su fortuna para que se quitase de encima al banquero. O eso afirma Cevey.

Lo que también dijo ella es que si el exbatería de Genesis insistía en seguir adelante con el desahucio de la nueva pareja (ah, sí: el guitarrista ahora vive con ella en Miami, en la mansión de Collins), Cevey haría "revelaciones potencialmente embarazosas" para la reputación del cantante. Collins instó a sus abogados a que pusieran en marcha el procedimiento para echarla de la mansión. Y así es como nos enteramos ayer de que, según Cevey, el cantante estuvo un año entero sin lavarse los dientes ni ducharse. También que el consiguiente "pestazo" convirtió a Collins en un ermitaño, incapaz de relacionarse con nadie, pese a que el cantante lleva un tiempo en Londres de ensayos con sus antiguos compañeros de Genesis. Porque, en ciertos casos, la nostalgia sí es rentable.

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