Es muy difícil que sepamos en breve quién va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos. Al menos cuatro estados clave (Pennsylvania, Michigan, Georgia y Wisconsin) han mandado a casa a varios de los agentes electorales encargados de contar los votos, alargando el proceso durante bastantes horas. Que además afecta especialmente al voto por correo, la mejor baza de Joe Biden para dar la vuelta al mapa electoral –donde Florida y Texas, dos estados importantes, han caído del lado de su rival– y proclamarse vencedor. Pero Donald Trump no está dispuesto a darle margen: "Queremos", dijo en la rueda de prensa, "que se paren todos los votos. No queremos que encuentren papeletas a las cuatro de la mañana y las añadan a la lista. ES un momento muy triste". Y se ha declarado dispuesto a acudir al Tribunal Supremo de Estados Unidos para que los votos pendientes no se cuenten.
La estrategia de Trump, que ha hablado sin tapujos de victoria electoral con el mapa aún por pintar y de "fraude",había empezado unas horas antes. Cuando respondió a la primera intervención televisada de Biden en la noche electoral (en la que pedía "mantener la fe" y contar "hasta el último voto") descolgándose en Twitter con una jugada ya avisada por él y por su campaña en los últimos meses: sembrar dudas sobre los votos que faltan por contar y hacer todo lo posible por obstaculizar el proceso.
Hace un par de horas, Trump tuiteó "Llevamos una gran ventaja, pero están intentando robar las elecciones. Nunca les dejaremos hacerlo. ¡No se pueden emitir votos cuando cierran los colegios!". Escasos minutos después, la red ocultaba el contenido del tuit avisando de que "puede ser engañoso". Hasta ahora, no hay ninguna prueba de que los encargados de supervisar el conteo se hayan encontrado "fraudes" o "manipulaciones", dos de las acusaciones más repetidas por el presidente incluso desde el verano.
Porque el auténtico objetivo es frenar el proceso. En su intervención televisada, Trump ha hablado de "fraude", de que "ya habíamos ganado" y que "no vamos a permitir" un robo electoral. Todo obedece a una estrategia: quiere que el conteo de los votos por correo y ausentes se paralice cuanto antes, sembrando dudas sobre todos los estados necesarios (donde el voto presencial le favorece) para la victoria. Hasta ha negado en esa rueda de prensa que Arizona, una de las escasas victorias semiconfirmadas de Biden en los estados en disputa, estuviera en manos de los demócratas.
Todo siguiendo el guión de algo que ya advirtió el domingo: “Vamos a ir con nuestros abogados en cuanto se acaben las votaciones, en esa misma noche. No creo que sea justo que tengamos que esperar un largo período de tiempo tras las elecciones. Deberían haber contado esos votos [anticipados] hace mucho tiempo. Los podrían haber contado hace un mes. Creo que es una decisión ridícula".
En concreto, Trump hablaba de Pennsylvania, el estado donde más se juega y donde ha perdido a parte de su electorado fiel. Allí, las normas electorales –cada estado tiene las suyas– impiden que se cuente ni una sola papeleta antes de que cierren los colegios, incluyendo el voto por correo. Los republicanos han intentado por todos los medios que esas papeletas de voto anticipado puedan contarse más allá de la noche electoral (un margen de tiempo que no daría para terminar el recuento), pero el Tribunal Supremo cerró esa puerta hace unos días, en esa "decisión ridícula" de la que hablaba Trump.
Los demócratas, con Biden a la cabeza, son conscientes de que todo depende de esa estrategia de acortar el proceso electoral. Por eso, Biden, el primero en salir a hablar, avisó antes de que Trump pudiese reaccionar: "no me corresponde ni a mí ni a Donald Trump decir quién ha ganado, sino al pueblo estadounidense". Ahora, todo depende de qué parte de esa voluntad del pueblo quede reflejada en los resultados finales, un proceso que en algunos estados, y con la inmensa cantidad de votos no presenciales emitidos en estas elecciones, podría prolongarse incluso dos días más. Un espacio de tiempo que Trump no está dispuesto a conceder. A partir de ahora, empieza otra batalla: la de las maniobras legales para que millones de papeletas en unas elecciones marcadas por la pandemia y el voto ausente entren en el recuento final.
Noticia actualizada con la rueda de prensa de Donald de Trump
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