Convertido en el hombre del momento, José Coronado defiende hoy las excelencias del aceite de oliva poniendo cara y voz a lo que él mismo considera el oro de nuestra nutrición.
Trassufrir hace cuatro años un infarto que le hizo replantearse la vida, el intérprete ha aprendido a aligerar la mochila y saborear esos momentos que hasta en el confinamiento hay que saber encontrar. Entre serie y película nos habla de salud, trabajo y amor.
Hoy Corazón Un pata negra como usted para promocionar otro lujo español como es el aceite de oliva. Desde luego hay ofertas que son auténticos premios.
José Coronado Es un orgullo poner la cara a nuestro oro líquido, y es que somos el primer país exportador del mundo de un producto que tiene más de tres mil años de historia. Como cualquier español, el aceite de oliva está incorporado en mi vida, en mi dieta mediterránea y encima hasta puede prevenir infartos o ictus.
H. C. De infartos puede hablar con conocimiento de causa. Hace cuatro años y medio sufrió uno que requirió hospitalización. ¿Cómo se encuentra?
J. C. Me encuentro perfectamente y reconozco que aquel infarto fue una bendición porque me hizo reflexionar y relativizar mucho. Desde entonces vivo mejor en todos los aspectos. Me cuido más, aunque de vez en cuando peco con algún cigarro, y es que espero ganar esa batalla definitivamente algún día, y psicológicamente cuando ves las patitas al lobo aprendes a saber lo que vale la pena en la vida.
H. C. Supongo habrá aprendido a dosificar su agenda de trabajo, que en los últimos tiempos era imparable.
J. C.
Bueno de eso se ha encargado el maldito Covid. Es verdad que en los últimos cinco años no había parado ni un momento y necesitaba unos meses, por eso reconozco que aunque sea por imposición de esta pandemia, ese tiempo de parón me ha venido muy bien. Justo estaba terminando una serie para Netflix que rodé en Barcelona y culminamos en mayo y luego he hecho una película con Belén Rueda, La familia perfecta, una comedia que he agradecido en estos tiempos.
H. C. ¿Cómo ha sobrellevado los peores momentos del confinamiento?
J. C. Los dos primeros meses los viví solo en mi casa de Madrid aunque ahora cada vez estoy más en el campo, en Toledo, donde están mi madre y hermanas. He sentido mucha pena. Sé que soy un afortunado porque he podido vivir una vida maravillosa. He disfrutado de los 80, los 90 cuando teníamos veintitantos años. Mi pena hoy es ver a mis hijos, a mi hija con 17 años, y que tengan que estar maniatados. Yo recuerdo a su edad que lo único que querías era salir y abrazar a la gente y ver que ellos no pueden hacerlo me entristece.
H. C. ¿Qué le hace ilusión hoy?
J. C. La posibilidad de aportar algo a la sociedad me llena muchísimo. El hecho de poder comprobar cómo en plena pandemia la gente estaba viendo un trabajo mío y había conseguido que se evadieran durante unas horas me dio mucha satisfacción. En lo personal estoy bien y lo único que quiero es simplificar mi vida en todo lo material, liberarme y aligerar la mochila. No tanto en gastos sino en llevar una vida más sencilla y coherente, que es donde radica la tranquilidad.
H. C. ¿Le preocupa cómo se está gestionando esta situación en España?
J. C. Claro que estoy preocupado. Creo que hay una era antes y después del coronavirus y la sociedad nunca será igual. Para colmo la tecnología se ha hecho dueña de nuestras vidas y eso me preocupa.
H. C. Su hijo Nicolás transmite una imagen de joven sereno con una ambición controlada. ¿Es así?
J. C. Es más listo y sabio que yo y sabe priorizar, ya que necesita muy poco para vivir. Sé que siempre saldrá adelante porque es una muy buena persona. Físicamente es igual que su tío Miguel pero algo de mí tendrá, ya que vivimos juntos desde que tiene ocho años y nos entendemos perfectamente. Le encanta estar en el campo. Siempre ha pasado de fiestas, ya que lo que desea es estar en la montaña con su perro y sus plantas.
H. C. ¿Se ve pronto como abuelo?
J. C. No. Hoy en día hay que pensárselo mucho para traer un hijo a este mundo, creo que no es planeta para humanos.
La tecnología se ha hecho dueña de nuestras vidas y eso me preocupa»
H. C. ¿Cuál es su sueño?
J. C. Mi único ideal es trabajar para poder hacer una huchita suficiente para mantener mi ritmo de vida y el de mi familia y seleccionar bien los trabajos que interpreto. Años atrás cogía todo lo que me ofrecían y eso ya ha cambiado.
H. C. A estas alturas yo creía que ya tenía una buena huchita…
J. C. No me quejo. No soy millonario, pero tampoco me quejo, ya que siempre he sido prudente. Lo único que deseo es tener para dar tranquilidad a los míos.
H. C. ¿Algún papel pendiente?
J. C. He aprendido que soñar con un personaje solo te lleva a angustias y sinsabores. Tengo la capacidad de enamorarme de mis papeles y así vivo más relajado. Ni quiero metas ni pasar a los libros de historia sino que mi gente me recuerde siempre con amor.
H. C. ¿Imaginaba en sus años mozos que iba a tener esta vida?
J. C. Nunca imaginé que iba a poder vivir de este maravilloso oficio al que estoy tremendamente agradecido, ya que gran parte de mi felicidad se la debo a mi trabajo.
Fuente: Leer Artículo Completo