QUÉ HA PASADO
• Manolita quiere reabrir el caso de Marisol.
• Se filtra a la prensa el borrador de la Constitución.
• Manolín no se adapta a vivir en casa de Emma.
• Abel quiere vengar la muerte de un compañero por ETA.
La carta que encontró y los rumores que corren sobre su madre, llevan a Virginia a exigir a Benigna que le cuente la verdad: “Una empleada del registro me ha confirmado que Goya Cifuentes nunca trabajó allí”. A la mujer no le queda más remedio que hablar: “Vale. Era prostituta en el hostal”.
Decepcionada por el engaño, la joven asegura que se irá a la residencia de las clarisas: “Realmente no me importaba a qué se dedicara. Solo deseo que haya quedado un buen recuerdo de ella”.
Maica se siente cada día más sola en Madrid y se apoya en Gorka. Aunque lo ha negado, tiene que reconocer que empieza a sentir lo mismo que hace años por él. “Necesito contarte algo: Juan y yo llevamos más de un año separados. Mi matrimonio es una farsa. No había amor”, confiesa.
El cura se queda callado, pero se vislumbra una sonrisa en su rostro: quizá puedan retomar la relación que dejaron escapar hace más de veinte años
Emma trata de que Manolín esté bien y le lleva el desayuno a lacama. “Tengo que cuidarte, soy tu esposa”, bromea. El chico se lo agradece pero insiste en que no se ponga en contra de su familia por su culpa.
Los intentos de reconciliación de Guillermo y Cristina son en vano. El abogado considera imperdonable que le haya acusado de filtrar el borrador de la Constitución a la prensa y se lamenta con Estefanía: “Desde que he vuelto me siento un extraño con ella. Hemos perdido la sintonía que teníamos desde la universidad”.
Manolita y Marcelino tampoco superan su crisis pues ella continúa dando vueltas a la muerte de Marisol: “Durante horas se perdió el rastro de mi hija. Quiero saber qué pasó, cómo llegó al portal de Chueca y con quién. ¿Tan difícil es de comprender?”.
Por su parte, Miguel se muestra inflexible con Estefanía aunque esta le asegura que Abel no es contrario a la democracia: “El capitán no es como su cuñado. Es un médico volcado en curar gente y no se mete en temas políticos”. Sin embargo, el espía la ignora y, en cuanto recibe órdenes de sus jefes, la obliga a seguir.
Tras la confesión de Maica, Gorka no se centra en su cometido y los vecinos lo notan. “¿Cómo va la recolección de ropa para los pobres? Dijo usted que viniéramos esta semana”, le recuerdan. El cura pide cooperación a Manolita, que no puede por su débil estado. “Hijo, si no tengo fuerzas ni para mantenerme en pie”, asegura.
En la casa de los Sáez de Abascal parece que la convivencia mejora y Beltrán hace un regalo a su sobrina: “Quiero que tengas este recuerdo de tus abuelos y que sepas que estoy para lo que necesites”.
En el bufete se presenta la madre de Cristina. “¿Cómo no me has avisado?”, le pregunta su hija. “Quería darte una sorpresa”, explica. Luego, las dos mujeres se ponen al día y la abogada se va pronto del despacho, dejando a Guillermo otra vez tirado: “Te recuerdo que íbamos a hablar…”.
Finalmente, Gorka se centra en la campaña de recogida de ropa y la anuncia por todo lo alto. “Vamos a vestir al barrio entero”, bromea con Maica, que lo ayuda y se siente muy tranquila a su lado.
El sacerdote no es el único que empapela las calles, también Manolita pone carteles pidiendo información sobre Marisol. Esto crea una brecha mayor en su matrimonio y, especialmente, afecta a Pelayo, aún convaleciente de su desmayo en El Asturiano.
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