La infanta Elena reaparece tras el exilio de don Juan Carlos en su verano más discreto

La infanta Elena estuvo especialmente activa durante el confinamiento: cantó y participó en varios vídeos en apoyo a los sanitarios, les aplaudió desde el balcón de su casa y no dejó de pasear a su perrita Tula. Con la desescalada, la infanta Elena, sin embargo, desapareció. Hasta este viernes que ha reaparecido en el funeral del banquero Jaime Carvajal Hoyos, marido de Xandrá Falcó, fallecido este miércoles de manera inesperada como consecuencia de un infarto a los 56 años de edad. Una situación que ha provocado que la infanta Elena abandone su retiro para acompañar a la marquesa de Mirabel en estos duros momentos. Los reyes, don Felipe y doña Letizia, también han arropado a Xandra Falcó, pero lejos de trasladarse al madrileño tanatorio de Tres Cantos junto a la infanta Elena, han procurado evitar coincidir en la despedida del yerno del fallecido marqués de Griñón que mantuvo una estrecha relación con la familia real. Su padre es íntimo del rey Juan Carlos; el ahora rey y Jaime Carvajal fueron al mismo colegio, el Santa María de los Rosales; y junto a su hermana la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin estuvo Felipe VI en la boda de Xandra y Jaime.

La Casa Real había anunciado que los reyes irían al tanatorio a mediodía. Era fácil llegar a otra hora si era lo que se pretendía. Este verano, los reyes se han mostrado más independientes que nunca del resto de la familia. Ni la reina Sofía ha participado como es habitual en ninguna de las salidas organizadas en Baleares. Mucho menos, la infanta Elena, que también ha pasado unos días en Marivent con su madre y su tía, la princesa Irene de Grecia.

La hija mayor de los reyes eméritos estaba muy unida a su padre, especialmente desde su abdicación, y su exilio ha sido un revés para ella. La infanta Elena le acompañaba de manera habitual a Galicia donde compartían regatas y disfrutaban del entorno, y a menudo se les ha visto disfrutar juntos en los toros. El abandono temporal del rey Juan Carlos del país supone, entre otras cosas, dejar atrás a la infanta Elena, que se repone de la situación junto a sus amigos. Ha estado unos días en Segovia, en la finca de su ínima Rita Allendesalazar, hija de José María Allendesalazar y Travesedo, marqués de Casariego y jefe de protocolo de Zarzuela durante la Transición.

Este ha sido su refugio en sus peores momentos -allí se fue tras su divorcio de Jaime de Marichalar- y el de su hermana la infanta Cristina en distintas ocasiones en los últimos años, entre otras cosas por su proximidad a la cárcel de Brieva donde continúa Iñaki Urdangarin a la espera de que se le conceda el tercer grado que permita a los exduques de Palma retomar sus vidas. Este verano podrían haber vuelto a coincidir allí ambas. La infanta Elena siempre ha estado al lado de su hermana. Con ella ha disfrutado este verano también unos días en Bidart junto a los Urdangarin en la casa familiar de Claire Liebaert.

El año pasado viajaron juntas por Estados Unidos y la infanta Elena ha visitado a su hermana en varias ocasiones en su casa Ginebra. Incluso animó a los reyes eméritos a que la acompañaran a Alemania el año pasado para ver jugar a su nieto Pablo Nicolás y allí reunirse también con la infanta Cristina. Las dos han estado con el emérito en Zarzuela antes de su marcha a Abu Dabi. Lo previsto ahora es que cada uno continúe por su lado en este raro y complicado mes de septiembre. La infanta Elena espera que sus hijos vuelvan a la capital tras un ajetreado verano, especialmente el de Victoria Federica, en el sur de España.

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