Ahora que todos vamos en pijama y pantalones de chándal, ¿cómo se va a reinventar la industria de la moda?

Con la palabra confinamiento flotando en el ambiente y meses por delante de ‘nueva normalidad’ y teletrabajo, el futuro de la industria de la moda (¡y de quién no!) presenta desafíos e incertidumbres. Ahora que todas y todos (los que podemos) nos hemos pertrechado de pijamas, homewear, mallas para hacer ejercicio en casa, pantalones de chándal de cintura holgada y camisetas comodísimas para trabajar desde nuestro hogar… ¿Qué será de nuestro armario de otoño-invierno? ¿Cómo lograrán seducirnos las firmas de fast y high fashion? ¿Nos habremos cansado ya de hacer videollamadas vestidos de andar por casa?

Algo hay que reconocerle a la ropa para ir a la oficina, reflexionaba la crítica de moda Vanessa Friedman en el New York Times, y es que resulta lo justo de incómoda como para mantenernos alerta, en un modo ‘productividad’, como si dijéramos. Friedman cita la reflexión de la historiadora Anne Hollander sobre la supervivencia del traje a lo largo del tiempo: sirve para idealizar a la vez que convertir en abstracto el cuerpo, para hacernos sentir la mejor versión de nosotros (o, al menos, la más productiva).

Otoño 2020: ¿llega el workleisure?

La relación entre lo que llevamos y cómo nos sentimos es obvia (no pocos nos hemos descubierto vistiendo de gris en los días que nos levantamos más mustios). De hecho, forma parte del abc del buen freelance, esos currantes en remoto veteranos, vestirse ‘de calle’ aunque trabajemos desde la intimidad y la comodidad -o no, que tener que convertir en oficina el hogar también tiene su miga- de nuestro salón.

Las previsiones de las grandes firmas de moda se adentran seis meses en el futuro. Esta vez, en uno más imprevisible de lo normal. Y los expertos confirman que Zara y compañía siguen teniendo en cuenta que va a primar lo cómodo y lo ‘cozy’ y así diseñan sus próximas colecciones. Sin embargo, esta situación de impass se va a alargar lo suficiente como para plantearse: ¿ha llegado por fin el momento del ‘workleisure’?

Si el athleisure es la invasión de la moda tradicionalmente deportiva en el ámbito del día a día (e incluso de la noche), el ‘workleisure’, además de un oxímoron, sería la mezcla del código ‘business’ con la ropa más casual. ¿Y cómo se hace eso?

Pues haremos camino al andar. Friedman aventura una mezcla entre las formas cómodas del homewear y los tejidos más nobles de la ropa formal. Camisetas con bordados, sudaderas con pedrería, pantalones cargo satinados, blazers de lino sin hombreras, vestidos de punto… Señales de todo esto pueden verse en las nuevas colecciones de Zara, Mango, H&M…

Compra online, responsabilidad social y diversificación ‘lifestyle’

Además, la mejora de la experiencia de compra online (las grandes firmas se están esforzando por aumentar la calidad de las imágenes, por ejemplo), impulsar servicios como el click and collect, potenciar por la sostenibilidad y las piezas de calidad duraderas y la diversificación son algunas de las estrategias de la industria textil para enfrentar el revés de la crisis del coronavirus.

Respecto a esto último, muchas marcas de ropa ya se estaban adentrando cada vez más en el entorno wellness y deco, sectores en los que el público millennial se deja una buena parte de su presupuesto mensual. Por eso, no es raro que los medios especializados apunten a que la nueva firma que Rihanna ha registrado, Sorry I’m booked, se va a centrar en utensilios de cocina.

Tampoco que Zara se asocie de nuevo con Jo Malone para lanzar un gel de manos perfumado o que Ralph Lauren se posicione como una firma de ‘lifestyle’ (que vende polos, sí, pero también ropa de cama, toallas y artículos para vestir tu mesa), como destacaba la web especializada Business of Fashion.

¿Cambio de paradigma en el consumo (y la producción)?

Quizá ahora tenga menos sentido tener cinco pares de stilettos cuando nos hemos dado cuenta de que podemos vivir con dos, pero de mejor calidad. O que un buen bolso es el fondo de armario que necesitamos. Y quizá esto suponga un cambio de rumbo en cómo se fabrica moda.

“El momento por el que estamos atravesando es turbulento, pero también nos ofrece la oportunidad única de arreglar lo que está mal, de recuperar una dimensión más humana”, escribía en una carta abierta Giorgio Armani en las primeras semanas de la pandemia. Está claro que la COVID no nos ha convertido en esos seres de luz que algunos vaticinaban. Pero ojalá el workleisure, o lo que esté por llegar, contribuya a evitar que la industria de la moda siga siendo la segunda más contaminante del planeta.

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