Conoce a los affluencers, los influencers que no necesitan ni regalos de las marcas ni ‘likes’ para reinar en las redes

Cuando las marcas de lujo estudian a los influencers para dictaminar quiénes van a ser sus mejores apoyos en las redes, lo habitual es que no solo fijen la mirada en los más aclamados por los internautas, sino que también presten atención a un tipo de personajes influyentes en Instagram que tienen un rasgo distintivo casi tan complicado de conseguir como el Diamond Himalaya Birkin: un elevado poder adquisitivo a prueba de ‘haters’. Según la agencia especializada en talento digital Iprospect, los affluencers ganan entre 100.000 y 500.000 dólares anuales y están habituados a ayudar a la gente a elegir cuáles son los mejores productos de moda y lujo que comprar gracias a su expertise. Hablamos de personas cuya capacidad de influir en las adquisiciones de otros no procede únicamente de sus redes sociales y de sus acciones en ellas, sino sobre todo por su autenticidad, razón por la cual cuando otros necesitan consejo o ayuda a la hora de invertir dinero, elegir un destino vacacional único o comprarse un bolso de lujo, recurren a los affluencers. En ocasiones la autenticidad de los consejos de los influencers puede estar velada por una acción con una marca, mientras que las este tipo de celebridades en las redes se basa en la experiencia. Ellos no presumen de la marca que llevan, sino que estas pasan a formar parte de ellos mismos. No necesitan mencionar las firmas que lucen porque tras la fotografía elegida no hay una acción pactada con ellas. Esa es a su vez la causa por la que cuando una marca de lujo comprueba que un affluencer luce sus diseños, por más que ni siquiera los etiquete en sus redes (¿acaso Beyoncé menciona en sus posts las marcas que lleva, por más que tenga una excelente relación con ellas?), sabe que formar ya parte de las redes de estas neo celebridades online es un acto de marketing impecable que sin duda va a desembocar en ingentes beneficios económicos y en una impagable relevancia. Si a su vez esas marcas eligen a algunos influencers porque son los mejores en lo suyo, los affluencers eligen a las firmas por ser las mejores en su campo.

Hemos de señalar que el término affluencer tiene en realidad dos significados. El medio ‘The Cut’ lo utilizó en 2018 para hablar de los influencers que de verdad influyen, citando como ejemplo el caso de Tina Craig, conocida como ‘Bag Snob’, que se alió con una marca para utilizar sus Stories de Instagram como plataforma de venta de sus bolsos. En menos de 24 horas había conseguido más de 20.000 euros. Sin embargo, en el mundo del marketing el término se emplea para hablar de las personas influyentes acaudaladas que muestran su estilo de vida en sus redes sociales sin tener que esconder su riqueza. Si muchos influencers y celebridades han sido criticados por haber presumido de sus inalcanzables estilos de vida en sus perfiles de Instagram mientras el resto de los mortales nos hallábamos confinados en nuestras minúsculas casas compartiendo cuenta de Netflix con amigos y ex parejas, los affluencers pueden hacerlo (alardear de riqueza, no compartir cuentas) sin que las redes se les echen encima, o mejor dicho: sin que les importe que esto ocurra. Ellos crean tendencia, compran lo que se les antoja sin mirar el precio y disfrutan sin pedir permiso, y sobre todo, sin pedir perdón. Se han convertido en el reflejo en las redes sociales de los realities en los que personajes adinerados beben champán como si se tratara de agua con gas y su mayor preocupación radica en que su vestido de Alta Costura esté listo para la fiesta del viernes, que posiblemente sea la quinta de la semana.

Dan Bilzerian es uno de los affluencers más conocidos de internet. El jugador de póquer, actor y celebridad de las redes es como conocido como “El rey de Instagram”, donde alardea de su inmensa riqueza y de las supermodelos con las que se junta. Se estima que su fortuna ronda los 150 millones y acaba de perder un millón de dólares por culpa de una apuesta en la que McGregor, estrella de la UFC también conocido por alardear en Instagram de su lujosa vida, ha resultado vencedor de un combate en el que apostó en su contra. Algunos hablan de él como “El payaso de Instagram” y en cada uno de sus posts recibe cientos de insultos diarios en los que la envidia funciona como un emoji propio. Sin embargo, ¿le preocupa a Bilzerian que tantas personas le desprecien, cuando vive en una mansión valorada en 60 millones, promete regalar 5.000 dólares a quien le de un buen título para su autobiografía (nosotros también hemos fruncido el ceño al leer que va a escribir un libro) y cada uno de sus posts parece un anuncio de Victoria´s Secret? Aunque no se lo hemos preguntado, porque al no medir 1,80 cm ni tener una oxigenada melena que nos llegue hasta la cintura sabemos que jamás abriría nuestros mensajes privados, podemos decir sin miedo a equivocarnos que no.

Sabemos que en las redes sociales la felicidad se mide en ‘likes’ y que los influencers viven pendientes de a cuántas personas les ha gustado su última publicación, pues saben que las marcas están pendientes de sus resultados. Sin embargo, los affluencers no necesitan la caricia de las marcas, sino que son ellas las que necesitan de sus carantoñas financieras. En resumidas cuentas, los affluencers serían capaces de gritar el famoso “¡Que coman pasteles!” cuando sus seguidores les demuestran su odio en sus comentarios. Al fin y al cabo, ser odiado cuando vives dentro de una burbuja infranqueable puede no quedar tan bien en una foto de Instagram, pero probablemente, sea mucho más disfrutable, porque los arañazos dejan menos huella cuando tu coraza es de oro.

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