El fenómeno trasciende las fronteras de la celebridad. La fiebre por el ejercicio, el entrenamiento y la musculación no afecta solo a las famosas, pero ellas son las que predican este nuevo evangelio que se está convirtiendo en una obsesión creciente en Instagram. El objetivo es el siguiente: conseguir unos abdominales definidos, marcados, casi cincelados a fuerza de dieta, ejercicio y consistencia en la repetición. En la mayoría de los casos que conocemos, en realidad estamos ante un «efecto secundario» que se da por añadidura cuando el estilo de vida gira absolutamente alrededor del ejercicio. Jennifer López, la reina del ‘six pack’, entrena prácticamente como una atleta de élite para llevar a cabo sus exigentes coreografías. No es nada extraño que tenga cuerpo de ‘bodybuilder’. Nada que ver con Chenoa o Paula Echevarría, conversas del entrenamiento de fuerza que solo recientemente han lucido sus oblicuos con más orgullo que un Birkin.
Esta creciente obsesión por los abdominales desvela una cuestión importante tanto para las famosas como para las anónimas: estamos en pleno ‘upgrade’ de los requerimientos físicos para formar parte de la selecta minoría, sea cual sea. Hemos pasado de pantalla, tanto si aspiras a tu primer millón de ‘followers’ en Instagram como si ya compites en el top ten de las instagrammers más deseadas por las marcas. En la lista A de Hollywood, en las portadas más soñadas, se abrirá paso este nuevo modelo del cuerpo femenino: entrenado, musculado, potente. Esta es la nueva frontera aspiracional para todas las demás: otro reto de autotransformación que nos puede dejar exhaustas.
Los motivos del éxito absoluto de este nuevo modelo de feminidad corporal son muchos: el deporte como fuente de bienestar y salud en sociedades cada vez más estresadas; el deseo de mantenerse siempre joven; los beneficios económicos que generan las actividades que se alimentan de las inseguridades corporales… Sin embargo, llama muchísimo la atención que, en unos pocos años, hayamos pasado de un modelo de cuerpo femenino basado en la languidez de la delgadez a estos asombrosos despliegues de fuerza. Estas nuevas mujeres no son víctimas ni niñas: son poderosas. Hablamos de famosas y anónimas mujeres entregadas al ejercicio y el entrenamiento (Halle Berry, Cristina Pedroche, Paula Ordovás), más que esforzadas y voluntariosas aspirantes a un cuerpo ‘fit’ (como Tamara Falcó).
En esta creciente obsesión por las abdominales y, en general, por los cuerpos femeninos musculados podemos leer, por fin, la expresión corporal del empoderamiento femenino. De alguna manera, roban al imaginario de la masculinidad la expresión simbólica de su potencia. Los bíceps y el ‘six pack’ que hasta ahora era patrimonio de la virilidad, pasan a ser también territorio de los femenino. Un vuelco total, al menos en el terreno simbólico de las expresiones de género. Y, quizá, también un reflejo de la relevancia pública que han comenzado a tener las atletas femeninas en muchísimas disciplinas. Al contemplar otros cuerpos posibles para las mujeres, muchas optan por las alternativas.
A pie de calle, conviene tomar con cierta distancia estos modelos aspiracionales de nuevos cuerpos femeninos, por así llamarlos. De hecho, las campañas que aluden constantemente a las «mujeres reales» (como si las famosas, delgadas, musculadas o ‘curvys’, no tuvieran su dosis de realidad) nos invitan a que contemplemos estas mutaciones en los cuerpos con inteligencia. Se trata de advertir que un cuerpo trabajado, que puede mantener unas abdominales envidiables a lo largo del tiempo, no se hace a sí mismo, sino que requiere todo un despliegue de recursos y tecnologías que, quizá, no están al alcance de todas. Puede ser una inversión necesaria para mujeres que viven de su cuerpo y de su imagen, pero quizá no para las que nos servimos de otras capacidades y tenemos jornada laboral, familia y vida social.
Podemos envidiar los vídeos de los esforzados entrenamientos de las famosas y admirar sus resultados sin activar el deseo de poseer ese mismo cuerpo, porque ni lo necesitamos ni, probablemente, tenemos el tiempo y el dinero necesario para lograrlo. Celebremos que las amantes del deporte puedan lucir fantásticas sus músculos en espectaculares trajes de fiesta y también que las curvys puedan hacer lo propio con su bikini playero veraniego. Al final, se trata de conseguir una diversidad de opciones corporales que nos contenga a todas, no de obsesionarnos con el cuerpo de moda, por mucho que salga en Instagram.
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