«Intolerable». Así es como califican el príncipe Harry y Meghan Markle el hecho de que un fotógrafo se haya afanado para conseguir unas imágenes de su hijo, Archie, mientras estaba dentro de la propiedad privada familiar en la que residen en Los Ángeles. Así que, al matrimonio, que se las prometía muy felices en tanto en cuanto a su intimidad al cruzar el charco, no les ha quedado más remedio que emprender una nueva batalla judicial contra la prensa.
En la demanda, que han publicado varios medios en Estados Unidos, se recoge que el matrimonio considera que se ha cruzado una «línea roja» que no van a tolerar, y ya han puesto a su equipo legal manos a la obra con el fin de que se haga justicia. Porque. amén de esa violación de la intimidad que supone que hayan captado las imágenes con un dron, se estaría cometiendo otro delito: el de hacer saltar por los aires la vulnerabilidad de un menor de edad.
Y eso que Harry y Meghan se han afanado en encontrar una vivienda en Los Ángeles que es prácticamente un búnker. Pero la prensa se las ha apañado para hacerles sentir incómodos y recordarles que, estén en el lugar del mundo que estén, seguirán siendo los duques de Sussex. Que no vale con renunciar a formar parte de los actos de la casa real inglesa para que su interés mediático se esfume.
Recordemos que la pareja rompió con su vida en Londres en busca de más calma. De la serenidad que da un anonimato del que ellos no van a poder gozar nunca. Empieza una nueva batalla judicial de ellos contra los medios de comunicación. Como la que aún libran, con varios frentes, contra esa prensa inglesa que no fue el único factor de su huida hacia adelante, pero sí uno de los más pesados en esa decisión que, ahora, se demuestra que no sirvió para todo lo que ellos deseaban.
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