Olivia de Havilland, la última leyenda del Hollywood dorado, ha fallecido este sábado a los 104 años en su residencia de París mientras dormía por causas naturales, según han publicado varios medios especializados. Hacía solo unos días celebraba su cumpleaños la actriz hija de un diplomático y abogado británico que nació accidentalmente en Tokio, Japón, el 1 de julio de 1916. Cuando sus padres se divorciaron su madre se mudó a California con ella y su hermana Joan Fontaine, a quien les separó durante tras décadas una fuerte enemistad solo superada al final de los días de Fontaine. Pero no por eso hizo historia Olivia de Havilland, ni por haber interpretado a Melania Hamilton en Lo que el viento se llevó, ni por sus inolvidables papeles junto a Errol Flynn -, sino por haberla escrito con su propio puño fuera de la pantalla aunque para poder seguir en ella, pero donde Olivia quería y no donde se suponía que tenía que estar.
Para interpretar uno de los grandes papeles de su vida, tuvo que suplicar al jefe de su estudio, Jack Warner, para que la ‘prestara’ a David O. Selnick. Dos años después, su hermana Joan ganó el Oscar por Sospecha cuando ella misma estaba nominada por Si no amaneciera. Fue entonces cuando decidió que cuando acabara su contrato con la productora se dedicaría a buscar los papeles que le interesaban y los que ella quería interpretar. Las cosas no sucedieron así exactamente.
En teoría los contratos en Hollywood duraban siete años pero si el actor se negaba a hacer un papel, le suspendían, apartándolo del trabajo y dejándolo sin sueldo hasta que consideraran que había cumplido el ‘castigo’. Olivia se plantó y demandó a Warner Brother. El juicio se prolongó durante tres años en los que se le calificó de caprichosa y desagradecida. No rodó ninguna película entre 1943 y 1946, pero acabó haciendo historia. El tribunal le dio la razón a Olivia, por mucho que Warner se empeñó en lo contrario. Cambió las cosas para siempre y su nombre forma parte de la jurisprudencia por ‘la ley de Havilland’ o ‘la decisión de Havilland’. El año que regresó al trabajo rodó cuatro películas en distintas productoras, y esa misma década ganó el Oscar, dos veces, por sus interpretaciones en La vida íntima de Julia Norris y La heredera. Esta mujer decidida y comprometida a pesar de lo que se jugaba (su carrera) que fue nombrada Caballero de la Legión de Honor de Francia y Dama del Imperio Británico por Isabel II.
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