“La abuela de Europa” se ganó este apodo gracias a la habilidad con la que casó a sus hijos y nietos con los principales herederos de las casas reales del continente. En 2020, un año después de que se conmemoran los doscientos años de su nacimiento, la influencia que la reina Victoria I de Reino Unido logró extender por la mayor parte de Europa sigue siendo evidente: los reyes Felipe VI, Harald V de Noruega, Carlos XVI Gustavo de Suecia, Margarita II de Dinamarca y Felipe de Bélgica comparten ese parentesco común. Una influencia que resulta aún más clara si tenemos en cuenta que a muchas mujeres de la realeza se las sigue bautizando con su nombre. Ella, por cierto, lo heredó de su madre, la princesa María Luisa Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, pero es su fama la que lo ha arrastrado hasta las catedrales y capillas en las que las familias reales del siglo XXI siguen bautizando con él a las princesas que descienden de ella.
Una de ellas, la princesa Victoria de Suecia, logrará llevar de nuevo su nombre a un trono después de suceda a su padre, Carlos XVI Gustavo. La futura reina de los suecos se llama así en homenaje a su bisabuela paterna, la princesa Victoria Adelaida, quien a su vez era nieta de una de las sobrinas de la reina Victoria I de Reino Unido, la princesa Adelaide -de ahí sus dos nombres-. La princesa heredera del trono sueco, que reinará como Victoria I de Suecia, también fue bautizada con este nombre en homenaje a su tatarabuela,Victoria de Baden, consorte del rey Gustavo V. La reina Victoria de Baden también se llamaba así en homenaje a la monarca británica, porque era sobrina de la hija de la reina Victoria que llegaría a ser reina de Prusia y emperatriz consorte de Alemania: la princesa real Victoria de Reino Unido.
En España, es Victoria Federica de Marichalar y Borbón quien lleva en su nombre el homenaje a la segunda monarca más longeva de Reino Unido después de Isabel II. Sus padres, los duques de Lugo, la bautizaron así como homenaje a Federica de Hannover, madre de doña Sofía, y, por otro lado, a Victoria Eugenia de Battenberg, abuela paterna de Juan Carlos I. Esta última era por su parte nieta de la reina Victoria, por lo que al tener hijos con Alfonso XIII, la sangre de la monarca empezó a correr por las venas de la familia real española. La abuela materna de doña Sofía, Victoria Luisa de Prusia, era además nieta de la ya mencionada princesa real Victoria de Reino Unido y bisnieta por tanto de Victoria I, por lo que había razones de sobra para bautizar con ese nombre a la primera nieta de los Reyes de España.
Juan Carlos I y doña Sofía, de todos modos, ya lo habían escogido para bautizar a su segunda hija: el nombre completo de la ex duquesa de Palma es -cojan aire- Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia. Lo mismo sucede también con la infanta Pilar, en cuyo nombre completo aparece el de Victoria en quinto lugar, como con la otra hermana de Juan Carlos I, la infanta Margarita, llamada Margarita María de la Victoria Esperanza Jacoba Felicidad Perpetua de Todos los Santos.
Por supuesto, la corte británica también ha dado unas cuantas mujeres llamadas Victoria. Una fue la tía de Isabel II, la princesa real María, que aunque luego sería conocida con este nombre, fue bautizada con el de Victoria en primer lugar. En la actual familia real, sin embargo, hay solo una mujer que lo lleve puesto: el nombre completo de la princesa Eugenia de York es Eugenia Victoria Elena. Quizás lo escogiera su madre, Sarah Ferguson, que es una gran admiradora de la reina Victoria y produjo una película sobre su juventud con Emily Blunt en el papel de la monarca. El segundo nombre de Eugenia de York sirve además de homenaje a la familia de su abuelo paterno, el duque de Edimburgo, ya que su madre,la princesa Alicia de Battenberg, era bisnieta de la reina Victoria y por eso su nombre antecedía al de Alicia.
En otras monarquías como la noruega, el nombre ha tenido menos éxito, pero figura igualmente en su genealogía: una de las nietas de la princesa Ragnhild, la hermana mayor de Harald V de Noruega, se llama Victoria, probablemente en homenaje a su abuela, la princesa Maud de Gales, que era nieta de la reina Victoria y fue bautizada con su nombre. Más curioso es lo que sucede en la monarquía holandesa, donde a pesar de que Guillermo Alejandro I es uno de los pocos reyes europeos que no descienden de la monarca británica, el nombre de Victoria es uno con los que fue bautizada la que algún día heredará su trono: la princesa Amalia, hija mayor de Guillermo Alejandro I y Máxima de Holanda, se llama Catalina-Amalia Beatriz Carmen Victoria. Este último, fue escogido por sus padres en homenaje a su madrina, la princesa Victoria de Suecia, quien ya hemos explicado que lo heredó indirectamente de Victoria I.
Así, mientras que el Imperio Ruso cayó con la zarina Alejandra Fiódorovna, nieta de la monarca británica y bautizada también con su nombre, la realeza europea espera perpetuarse con dos mujeres llamadas Victoria.
Artículo publicado originalmente en Vanity Fair el 9 de junio de 2019 y actualizado.
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