Qué perfectitas las hamburguesas vegetales cuando las pides en un restaurante y qué engendro amorfo cada vez que intento hacerlas en casa. Sobre todo las de quinoa, mis favoritas. Se desmenuzan, se rompen, no consigo pasarlas por la plancha sin que el disco salga entero. Hasta que he aprendido un truco que no falla. Además de infalible a nivel hardware (porque logra que la hamburguesa conserve su forma y quede integrada y jugosa), este truco es también un puntazo a nivel de nutrientes, porque enriquece la receta. Es tan sencillo como añadir al picado de legumbres, semillas y verduras con el que vas a hacer el disco una mezcla de semillas de lino con agua.
“El lino contiene omega 3, un ácido graso esencial en la dieta”, dicen en la marca de suplementos nutritivos Linwoods. Aporta fibra, grasas saludables, zinc, hierro y calcio. “Mezcladas con agua, las semillas de lino forman una pasta viscosa parecida al huevo” que integra los ingredientes y evita que la hamburguesa se desparrame al cocinarla.
Ingredientes: 280 gr. de quinoa cocida, 2 cucharadas de semillas de lino molidas, 40 gr. de harina de avena, 1⁄2 calabacín rallado, 1⁄2 cucharadita de ajo en polvo, 1⁄2 cucharadita de comino, 40 gr. de semillas de girasol tostadas, 15 gr. de tahini, 1⁄2 cucharada de sal.
Muele las semillas de lino, mézclalas con 1/3 de vaso de agua y dejar reposar durante 15 minutos. Mézclalas con el resto de ingredientes en un cuenco. Haz bolas y aplástalas con las manos para formar discos. Hornéalas (20 minutos en el horno precalentado a 180ºC) o hazlas a la plancha hasta que estén doradas por ambos lados.
Sírvelas en pan de hamburguesa tostado con lechuga, rodajas de pepino, tomate y una salsa de yogur natural con remolacha picada, sal y pimienta. Redonditas, perfectas y deliciosas.
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