El día que Ennio Morricone le quitó el trabajo a uno de los Sex Pistols

“Tenían miedo de que Johnny Rotten y su grupo se hicieran con el control de la película si la situación se les escapaba de las manos y rechazaron de plano nuestro material”. Así resumía John Lydon (entoncen ya ex Johnny Rotten y ex Sex Pistols) cómo perdió la ocasión de grabar la banda sonora de Copkiller, uno de sus primeros trabajos como actor. En él, el británico compartió pantalla con Harvey Keitel, pero el trabajo musical fue para Ennio Morricone. Así describió Lydon al italiano en La ira es energía: memorias sin censura: “Un compositor que en esa época no era tan prestigioso como ahora. La gente pensaba que se limitaba a hacer basura para los spaguetti westerns… Lo ridiculizaban, se burlaban de él! Y ahora, unas cuantas décadas después, se le considera una especie de genio”.

Lydon usa para hacer la descripción el trazo grueso y unas gotas de rencor, pero no era el único que no compartía el entusiasmo por la obra de Morricone, receptor de algunas críticas que se fueron diluyendo con el paso de los años en los que compuso más de 500 bandas sonoras. A que se olvidaran aquellas pegas ayudaron varios aspectos: uno es que, no pocas veces, lo mejor de una película en la que él participaba era su partitura.

Es lo que ocurrió con la segunda parte de El exorcista: el hereje, película de 1977 dirigida por John Boorman, que creyó que reuniendo a un plantel de estrellas o caras muy conocidas –Linda Blair, Richard Burton o Louise Fletcher, la enfermera de Alguien voló sobre el nido del cuco– sería suficiente para obtener un buen cóctel. En la nómina, incluyó a Morricone, el único que recibió buenos comentarios en una película que Vincent Canby en The New York Times dijo que "incluso la mitología de la película es de segunda categoría", que era "absurda" y acabó comparándola con “un puré de patatas frío”.

Las críticas fueron tan feroces que el director de la historia editó una versión alternativa, decisión que abrió un debate en torno a la independencia de los directores en relación al público y la crítica. Eso nunca le pasó a Morricone, que tenía claro a quién había que contentar con su trabajo: primero al director, después al público.

Popular, a conciencia

Morricone ha ayudado a construir la memoria sentimental de medio planeta nacido en el siglo XX. Y no hay más que nombrar Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore para tener otro de los motivos por los que la capa de protección que se fue creando en torno a él fuera segura. Otro es que es más fácil que algunos detalles pasen desapercibidos en una gran producción, que es lo que fueron casi todas sus películas, donde participan centenares de personas. En este aspecto, un ejemplo es su trabajo en La leyenda del pianista en el oceáno, estrenada en 1999 y firmada también por Tornatore.

Al ser una película centrada en un pianista, el crítico musical Stephen Holden hizo su propio análisis de la historia y en él se quejaba de que la música no fuera tan buena como se repetía desde otras tribunas no expertas. Así definía la composición que acompañaba al clímax de la película: “Da vueltas, es repetitiva y quisquillosa” y añade que “tiene mucha velocidad pero poca coherencia”. También se atreve a decir que el trabajo de Morricone en esa producción no puede competir con el de Amedeo Tommasi, músico de jazz italiano que compuso una de las piezas más destacadas de esa producción, "Magic Waltz".

Holden, que reconoce en su crítica el talento de Morricone, le reprocha lo previsibles que resultaban las melodías que acompañan las escenas de amor en esa historia. Pero lo que le afeaba Holden quizás fuera también una de las razones por las que las composiciones conectaban con el público perfectamente. Morricone, músico dotado y muy formado, sabía que en el cine, debía sacrificar complejidad en pos de la emoción. Y es uno de los motivos por los que su esposa, Maria Travia, era quien decidía qué versiones de su trabajo llegaban a los directores: "No tiene un conocimiento técnico de la música, pero tiene el mismo instinto que el público".

También él lo tenía. Quizá no por formación, pero sí por experiencia: lo aprendió antes de llegar al séptimo arte, cuando fue, durante casi dos décadas, arreglista de artistas como Jimmy Fontana con quien firmó grandes hits de la historia de la música italiana. Por ejemplo, "Il mondo".

https://youtube.com/watch?v=GVcN0uKgDBY%3Frel%3D0

En Copkiller –que recibió varios títulos, Corrupt, entre otros– Morricone tuvo que ponerse rockero para contar la historia de un policía que persigue a un asesino adolescente y despiadado interpretado por Lydon que para entonces ya estaba al frente de su segunda banda, los PIL. También estaba en esa formación otro ex de banda mítica: Keith Flint, guitarrista de The Clash que también tiene un papel en la rabia que produjo en Lydon la elección de Morricone.

En sus memorias, el británico explica cómo el cine amplió sus horizontes artísticos, confiesa que no tenía ni idea de interpretar o que le impresionó trabajar junto a un Keitel que ya había rodado con Martin Scorsese títulos tan importantes como Taxi Driver o Malas calles. También que Flint andaba celoso por todo eso, pues creía que Lydon aprovechaba la fama de la banda para alejarse de ella y llevar a cabo sus propios proyectos. Pero que su vocalista se fuera a Italia a rodar a las órdenes de Roberto Faenza tuvo una consecuencia positiva. “Mi ausencia sirvió para algo porque –¡aleluya!–, Keith se decidió a salir de su depresión. Se le ocurrieron algunas ideas verdaderamente buenas para componer melodías y canciones para la película. Una de ellas ‘The Order of Death’, un tema en el que Keith invirtió mucho trabajo, era tan buena que decidieron incluirla en la película”.

De ese modo, el ex Sex Pistols y el ex The Clash empezaron acomponer más cortes para una historia que finalmente musicó Morricone. Que el italiano fuera el elegido tampoco tenía que pillarles de sorpresa pues ya había compuesto para Faenza títulos como Escalation, H2S, Forza Italia! o Si salvi chi vuole, tal como recordaba el músico nacido en Roma en Ennio Morricone en sus propias palabras, un libro de entrevistas que firmó Alessandro de Rosa. También en esas páginas se ve cómo enfrentaba las críticas y los ataques el compositor que ha fallecido hoy a los 91 años: "No tengo ningún recuerdo de esa película", respondió, yéndose por peteneras, cuando su entrevistador le preguntó cómo afrontó un encargo de estilo rockero estando en el casting John Lydon.

Fuente: Leer Artículo Completo