Casi tres meses ha estado Esther Doña sin aparecer en público desde que falleciera su esposo, Carlos Falcó, el pasado 20 de marzo a causa del coronavirus. Su regreso a la vida pública también ha sido luctuoso, pues donde se pudo ver a Doña fue en el Tanatorio de la Paz, donde acudió para dar su pésame a la familia de Manolo Segura, que murió el jueves en el hospital San Francisco de Asís de Madrid.
No contestó a ninguna pregunta e insistió en que había ido a apoyar a la familia Segura en un momento difícil. Entre las cuestiones que la prensa le formuló no podía faltar el tema que la ha hecho regresar a su piso de Majadahonda, donde vive con el bichón maltés que le regaló el marqués de Griñón: la mala relación con los hijos de su marido.
Vestida con sneakers y un sencillo conjunto dos piezas en tonos blancos y negros, fue tapada en todo momento con la reglamentaria mascarilla que marca la pandemia y una enormes gafas de sol. Con ellas, evitó responder a detalles sobre la delicada situación que vive con la familia de quien fuera su esposo y que la ha obligado a irse del palacio El Rincón, situado en la Aldea del Fresno, donde vivió con su marido y donde ha pasado el confinamiento después de dar ella misma positivo por Covid.
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