“Hay un amigo mío que te quiere conocer”: cómo empezó la relación entre el rey Juan Carlos y Marta Gayá

Hoy se estrena el séptimo capítulo de XRey, el podcast de investigacióndirigido por Álvaro de Cózar para Spotify sobre la figura del rey Juan Carlos I. En este capítulo se tratan los años en los que, tras quedar asentada la democracia, Juan Carlos I decide dedicarse a la buena vida en Mallorca, la isla donde empezaría una de sus relaciones más prolongadas: la que lo unió a Marta Gayá. Una “casa real paralela” con nuevos viejos amigos; un palacio –Marivent– puesto a su disposición por las instituciones baleares; restaurantes donde forjar la fama de campechano; y un histórico Club de Mar donde todos los VIP de la isla se cruzaban. Y donde Juan Carlos conoció a la discreta Gayá. Algo que la prensa extranjera destapó primero en 1992.

En España, sin embargo, Sabino Fernández Campo, el jefe de la Casa Real entre 1990 y 1993, tenía “un sistema”, asegura el podcast, para tapar cualquier información comprometida sobre el monarca: a cambio de “pequeñas informaciones” sobre el rey y la familia real, los medios españoles aceptaban liquidar cualquier historia contraria a la figura de Juan Carlos. Una práctica que en XRey afirman que empezó en 1977, cuando el militar pasó a ser secretario general de la Casa Real. Manuel Soriano, histórico de Diario 16, Tiempo y que fuera jefe de prensa de Esperanza Aguirre, cuenta que Fernández Campo “logró hasta los años noventa con esa mano izquierda y esa sensibilidad (…) que un periodista se pudiese conformar con una historia menor”.

Soriano recuerda un lema de otro periodista, el desaparecido Julián Lago: “Sabino compraba silencios a cambio de secretos”. Lago fue el primero de España que, a principio de los noventa, se atrevió a mencionar la “gran historia”: a Marta Gayá. Y a una de las figuras relacionadas tanto con la cesión de Marivent como con los pinitos de la relación entre Gayá y el rey: Zourab Tchokotoua, amigo de la infancia del rey tras coincidir en el mismo internado en Suiza, caracterizado por su fama de negociante entre bambalinas.

Fue Tchokotoua el que, en una de esa noches del Club del Mar, se acercó a Gayá, hija de un conocido empresario de la isla, y le dijo “hay un amigo mío que te quiere conocer”: el rey Juan Carlos.

La historia de Marta Gayá y el rey podría haber sido como de cualquier otra relación de un rey al que los entrevistados caracterizan de "mujeriego". Excepto por su duración y, mucho más importante, porque fue la primera vez que un desliz regio agrietó el relato monolítico de la prensa española con su monarca. La sustitución de un ministro en junio de 1992, algo para lo que es necesaria la firma del rey, desveló su ausencia y, con ella, las dudas sobre su motivo. “El rey no está”, fueron las palabras del presidente Felipe González a la prensa cuando le preguntaron por el sustituto de Francisco Fernández Ordóñez (enfermo terminal de un cáncer que acabaría con su vida dos meses después), causando una pequeña tormenta. El Gobierno primero filtró que el rey estaba en Suiza para someterse a un chequeo médico, y Fernández Campos después trató de arreglarlo en la radio tratando de convencer a Luis del Olmo en directo de que Juan Carlos estaba tomando “un descanso de montaña”.

La respuesta correcta es que el rey estaba en Suiza, a su aire, dejando a España sin ministro de Asuntos Exteriores, con una misteriosa amiga. Algo que El Mundo y Época (con el famoso titular de "La dama del rumor" coronando la foto de Gayá) terminaron desvelando. El mismo rey que, en los también célebres audios del CESID (y que el programa recoge), declaraba que no estaba dispuesto a enmendar su conducta porque “nunca he sido tan feliz”. Pese a que, en 15 años de democracia, aquella había sido la primera llamada de atención a cómo conducía su vida desde su cargo de Jefe del Estado.

Carlos de Inglaterra, Guillermo y Harry como maniobras de distracción

Es bastante probable que aquella felicidad declarada fuese cierta. Que nunca haya vivido como en aquella época en la que exprimía los meses mallorquines con una libertad que ya no volvería a disfrutar –y cuya ausencia terminaría agostando aquellas relaciones de amistades y confidentes–… Pero con el mismo ingenio que no perdería en años venideros, a la hora de jugar al despiste o largarse acompañado a otros países al margen de lo que pasase en España. Pedro Prieto, reportero experto en rastrear al rey durante esos veranos, testigo de todo lo imaginable (el rey desnudo, la reina en topless, Juan Carlos y Sofía "teniendo una bronca del copón"…) recuerda en el programa una anécdota en la que casi se topó con el secreto de Gayá.

“Resulta que estaban aquí Lady Di con el marido”, Carlos de Inglaterra. “Lady Di y la reina se fueron a Barcelona” y el príncipe Carlos y el rey Juan Carlos se fueron de excursión “de rodríguez”. Una de las periodistas que acompañaban a Prieto se dio cuenta de que “sacaban a una mujer con una pamela muy grande”. Y el rey trató de desviar la atención, invitando a los periodistas a sacar fotos al royal británico: “a mí ya me tenéis muy visto, mirad: ahí está Charles con los niños”, los príncipes Harry y Guillermo. “Nos dio un caramelo”: un reportaje veraniego con los royals británicos más famosos para disimular un posible encuentro con Gayá.

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