Cada 25 segundos alguien los compra en algún rincón del mundo. Conocidos como los polvos solares de culto o el Ferrari de los bronceadores, hablar de Terracotta de Guerlain es hacerlo sobre una leyenda del maquillaje. Creados en 1984 y producidos desde entonces en Francia (hoy se fabrican en Chartres, Eure-et-Loir), fueron el primer polvo bronceador de la historia. Si han hecho historia es por dos motivos: su textura única que no se cuartea, gran secreto de la firma, y el inconfundible acabado dorado ("la luz del desierto", lo llaman) que imprimen en la piel. Pero si este icono del maquillaje encabeza hoy este titular es por algo más: estos polvos se quedan en la piel y no en la mascarilla de protección.
La directriz de llevar mascarilla higiénica en espacios cerrados y siempre que no se pueda guardar la distancia social de dos metros no solo está cambiando la manera en la que cuidamos nuestra piel y nuestra imagen, sino que también está acelerando cambios en la industria de la belleza. “Recurrir a los polvos bronceadores es, por el momento, la única vía para eliminar del rostro la palidez y el tono apagado acumulados a lo largo de semanas de confinamiento. Sus efectos no tienen nada que envidiar a los del sol auténtico y logran, con cuatro gestos de muñeca, imprimir sobre la piel un tono dorado tan natural como luminoso”, nos dicen en la marca. “Hasta aquí, todo perfecto. Pero hay un problema: (los polvos solares) no fueron concebidos para convivir con las mascarillas, y quienes han salido a la calle después de broncear su piel con ellos ya han podido comprobar que son altamente incompatibles. Brillos inesperados, desvanecimiento del color en forma de surcos, manchas en la tela o la celulosa… No es de extrañar, las mascarillas condensan vapor y las altas temperaturas no contribuyen a minimizar sus efectos. Los brillos son la consecuencia más directa”, explican.
La solución de esta firma parisina es la reedición de sus míticos polvos de sol con un acabado mate y una fórmula que no se debilita con la humedad, con lo que garantiza la durabilidad. Terracotta Matte son esos polvos que mantienen el mismo efecto buena cara y al mismo tiempo, son compatibles con el uso de la mascarilla. La clave aquí es un ingrediente: el caolín o arcilla blanca, presente en el corazón de la fórmula, conocido por su poder regulador del exceso de sebo y activo a prueba de sudor. A esto, el laboratorio francés ha añadido activos hidratantes enriquecedores, para preservar la hidratación natural de la piel y asegurar una larga duración. Los polvos tienen, además, una forma laminar que crea una película ultrafina sobre la piel. El beneficio que esto supone la explica Eliecer Prince, National Makeup Artist de Guerlain: “Su textura, superligera y ultraconfortable no se siente sobre la piel. Una ventaja teniendo en cuenta la ‘capa’ extra en forma de mascarilla que hay que añadir después”.
¿Cómo aplicarlos para que se fijen en la piel y no en la mascarilla?
Prince recomienda una técnica de esculpido en forma de W: “Para esculpir el rostro hay que trazar una W que empiece en la sien, a la altura del ojo, y trazar una curva descendente por debajo del pómulo. Después hay que subir hasta la zona del entrecejo y repetir en el otro lado del rostro. Una vez acabada esta operación, difuminar por todo el rostro realizando movimientos circulares con la brocha”. Los polvos están disponibles en tres tonos (ligero, medio e intenso) que se adaptan a cualquier tono de piel.
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