Perro, cocodrilo, fantasma

Desde hace unos años cada vez que salgo a la calle en Madrid veo más perros y cada vez conozco a más personas con gatos en casa. También tengo más amigos que me hablan de sus perros y de sus gatos como antes se hablaba de los niños. De hecho, quienes tienen hijos los mencionan menos que quienes tienen animales. Algunos se empeñan incluso en enseñarte las fotos, porque siempre llevan el teléfono repleto, e, incluso, ¿no queda piedad en el mundo?, vídeos. Desde hace años sé que no es que cada día queremos más a los animales, sino que nos sentimos más solos, más incompletos y atormentados. Tener un perro al que pasear rompe soledades. Poseer un gato que te vigila desde el sofá no espanta ratones, pero sí fantasmas.

Pienso en todos esos gatos y perros esta semana que he leído la noticia del cocodrilo del Nilo que buscan en el Duero. En la zona de Tordesillas, donde antes vareaban toros, ahora andan a la caza de un reptil de 250 kilos, mala leche y dientes como serruchos que alguien, se supone, tenía como mascota y que soltó cuando, también pasa con los niños, empezó a hacerse demasiado grande y a morder tanto como para poder controlarlo. En Nueva York, leyenda urbana conocida desde hace décadas, las alcantarillas están repletas de caimanes que crecieron allí tras ser arrojados por el inodoro cuando aún cabían.

Me pongo a fabular, que es fácil y nadie me puede llevar la contraria, e imagino que el cocodrilo lo ha soltado alguien que durante el confinamiento aprendió a estar consigo mismo y que se dijo hasta aquí hemos llegado, no necesito ya a este bicho, que encima me mira como a una hamburguesa. Porque no es que nos gusten tanto los perros; es que no nos gustamos nosotros. La ciudad se desborda así de soledades y malestares que solo rasgan los maullidos. Cada uno sabrá si le funciona. Y hasta cuándo. A mí, cuando estoy en esos momentos que no me aguanto, me ayuda escribir. Vivir es ir doblando las banderas, dice el verso de García Montero. Supongo que escribir es ir doblando los fantasmas. Al menos, poniéndolos a secar.

David López Canales es periodista freelance colaborador de Vanity Fair y autor del libro ‘El traficante’. Puedes seguir sus historias en su Instagram y en su Twitter.

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