Lo podía haber dicho más alto o usando otro tono de voz, pero nunca más claro. Antonio David Flores le lanzó un golpe con efecto ayer a su exmujer y madre de sus dos hijos mayores, Rocío Carrasco. Porque, si de algo ha servido la participación de Rocío Flores en ‘Supervivientes’, ha sido para que se evidencie esa brecha familiar y para que se especule sobre los motivos de por qué no se llega a enterrar ese hacha de guerra que la joven ha manifestado estar dispuesta a enterrar.
El exmarido de Carrasco y padre de la concursante del ‘reality’ ayer fue contundente en el plató de ‘Sálvame’, y le dio un estacazo verbal no solo a su exmujer, sino también al marido de esta, Fidel Albiac, al que muchos dedos han señalado como culpable de que no se pueda dar un escenario de paz entre madre e hijos (porque no olvidemos que hay otra persona, amén de Rocío Flores, que sufre las consecuencias de este distanciamiento que ya dura ocho años).
Ante las últimas críticas que ha recibido su hija sobre si ha utilizadoesa relación inexistente como estrategia para llegar más lejos en el ‘reality’, su padre era claro: «Que Rocío sea una estratega, que nombre a su madre para seguir en el concurso, a estas alturas me parece muy ridículo. Hemos visto todos que cada vez que habla de su madre es porque los presentadores le preguntan. Me sorprende que Rocío no tiene una doble cara como alguna».
A mí lo que me preocupa es el dolor de mi hija»
Y dejaba caer algo que aún no hemos descifrado muy bien qué es, pero que dejaría en muy mal lugar a Carrasco: «Si hubiera utilizado a su madre, en ese puente de las emociones hubiera contado otro tipo de cosas, que era quizás lo que el espectador estaba esperando». El exguardia civil, proseguía firme en esa defensa pública de su hija: «A mí lo que me preocupa es el dolor de mi hija y nunca he puesto palos en las ruedas de nadie y si puedo estar orgulloso de algo es de haber sacado adelante a mis hijos y de que no se hayan criado en el odio ni en el rencor. Que si es un problema entre ellas, que nadie más esté alrededor».
Era entonces cuando lanzaba ese golpe directo a Rocío y, de paso, a Fidel: «Si mis hijos no se llevaran bien con Olga, yo no estaría con ella. Olga entró en mi casa tranquilamente dos años y medio después de yo tener la custodia compartida de mis hijos». Aún tenía un poco más de dinamita: «Estuve conociéndola y cuando vi que era una persona que podía convivir conmigo y con mis hijos y formar una familia, entonces dejé que entrara en mi casa y conociera a mis hijos. Cuando Rocío y yo todavía no nos habíamos separado, Fidel ya estaba en casa de Rocío viviendo».
Por supuesto, Carrasco sigue guardando silencio. Ni por alusiones responde. Está acostumbrada y no parece que vaya a variar un ápice su estrategia. Y tampoco creemos que estos movimientos jueguen a favor de obra de esa ansiada conversación cara a cara entre madre e hija para poder poner los cimientos de una nueva relación.
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