Que estas abarcas son el zapato de los vestios de verano lo saben en Menorca y en Madrid

Es Mitjorn Gran es un pueblo de Menorca con una densidad de menos de 42 personas por kilómetro cuadrado. Madrid tiene más de 5400. La diferencia es tremenda y se traduce en mil y un detalles. Por ejemplo, si paseáramos en círculos y sin rumbo dentro de un kilómetro cuadrado madrileño veríamos infinitos modelos de zapatos en, más o menos, estos porcentajes: un 46% de zapatillas deportivas, un 30% de sandalias (algunas de tiras finas, otras tantas de suela chunky y muchísimas Havaianas), un 12% de botines y el otro 12% restante, de alpargatas. Sin embargo, si hiciéramos el mismo experimento en territorio menorquín, un 99% de los zapatos que avistaríamos serían abarcas. Esa conclusión no vale solamente para 2020, sino también para 1986, 1998 o 2006, pues en Menorca – y en gran parte de los pueblos baleares – este zapato es norma. Y ahora, gracias a la firma artesana y autóctona Mibo, también tendencia.

La historia de este zapato es larga y curiosa. Nos lo cuenta la propia firma, que abrió sus puertas por primera vez en 1998 precisamente en Mitjorn Gran. En un primer momento, las abarcas eran el zapato utilizado por todos pues la dureza de su suela era equivalente (y perfecta) para la dureza del terreno isleño. Más tarde y con la llegada del automóvil, empezaron a utilizarse ruedas viejas de coches, manteniendo el cuero para la parte delantera, que no podía ser de otro color que el del propio material. Esa monotonía es historia: ahora las abarcas se confeccionan en mil y un colores y materiales, desde cueros a telas, esparto o rafia.

© Cortesía de Mibo

Abarcas de Mibo. Comprar.

Con la variedad y la consecuente versatilidad llegó la tendencia y, con la tendencia, la expansión por todos los recovecos de España. Así que digámoslo alto y claro y adelantémonos a los acontecimientos: la abarca de Mibo será el zapato en tendencia de un verano que se adivina nacional. Lo saben en Menorca y en Madrid.

Lo que no habíamos descubierto todavía (aunque podíamos intuir) es que nuestros vestidos blancos e ibicencos las adorarían de esta manera. Como veis, la cosa se queda en Baleares. Por otra parte, también apostamos fuerte que este zapato local y artesanal se convertirá en el más idóneo para pasear a diario en cualquier parte dle país. El plan que prometen no es malo: comodidad, durabilidad y un toque diferente y bohemio a nuestros estilismos. En medio de una campaña potente a favor del comercio local, ¿qué mejor que añadir al zapatero una abarca menorquina?

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