El miedo al coronavirus sigue latente. Entramos al supermercado a toda velocidad y lo que intentamos es permanecer en el local el menor tiempo posible. ¿Cuáles son las consecuencias? Ha resurgido la elección del plástico desechable, incluso entre personas que lo habían limitado al mínimo por su impacto medioambiental. Nos da la sensación de que los recipientes envasados son más fáciles de desinfectar y limpiar al llegar a casa.
Alba García, responsable de la campaña de plásticos de Greenpeace, ha declarado que «la crisis del coronavirus no se puede convertir en una excusa para que la industria impulse los plásticos desechables utilizando el miedo». La organización nos recuerda que alrededor de 13 millones de toneladas de este material se vierten cada año a los océanos, una cifra muy a tener en cuenta a la hora de consumir.
Es cierto que las incógnitas que rodean al virus hacen que el Ministerio de Sanidad no dé instrucciones claras en cuanto a la desinfección de los envases ni la reutilización de las bolsas. Hay estudios, como el del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades infecciosas de Estados Unidos, que advierte de que el coronavirus puede permanecer de dos a tres días en el plástico. Además, las compras a domicilio también han provocado ese aumento en el consumo de plásticos. Las ventas online se han incrementado en un 74 por ciento desde que empezó el confinamiento.
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