Se ha metido en la piel de Lope de Vega, se ha subido a las tablas de un teatro en una quincena de ocasiones, ha participado en decenas de series y películas… y durante el confinamiento se ha lanzado a recitar en sus redes sociales a los grandes clásicos de la literatura… ¡y hasta a Daddy Yankee! Víctor Clavijo (46) tiene una de las voces más profundas y cautivadoras del panorama interpretativo patrio y estos días arrasa en la Red con sus videos dando vida en forma de poesía y con mucha intensidad a letras de reggaeton, fórmulas químicas, el Toda, toda de Jesulín de Ubrique, La Salchipapa o canciones tan populares como Los Pajaritos.
En Vanity Fair hemos charlado con el actor algecireño sobre esta divertida iniciativa, la situación de la cultura tras la crisis sanitaria del coronavirus y su última serie (no exenta de polémica) grabada desde casa en la cuarentena.
Comenzaste recitando a grandes poetas en las redes y has terminado con videos recitando canciones de reggeaton, de Rosalía… y tus videos están arrasando. ¿Cómo se te ocurrió esta idea?
El reto me lo sugirió un amigo actor (también director y dramaturgo) que reside en New Jersey, Thomas Vilorio, muy reconocido en su país de origen, la República Dominicana. Tras verme recitar a Machado, Benedetti, Lorca, Lope, Quevedo, me dijo: "Sí, sí… Con esos autores es fácil, pero ¿a que no te atreves con un reggeaton?". Acepté el reto y probé con La Gasolina, de Daddy Yankee.
¿Pensaste que iba a tener tanto éxito entre tus seguidores?
Ni loco se me ocurrió pensar que se iba a convertir en un video viral. Era una continuación de lo que había estado haciendo hasta entonces, y sólo pretendía plantear la cuestión de si el reggeaton aguantaría un recitado poético convencional, es decir, si la forma afecta al contenido y lo convierte en otra cosa o si, por el contrario, saca a relucir más aún la pobreza lírica del mismo.
¿Hay que ser muy buen actor para recitar un tema de Chimo Bayo sin reírse?
La canción de Chimo Bayo la bauticé con el término ‘poesía dadaísta urbana contemporánea’. En las primeras tomas creo que sí que me reí, pero obviamente lancé el vídeo en que no me reía. Es la ventaja de grabarse uno mismo. Me preocupaba que Chimo Bayo se lo tomase mal, pero le gustó mucho la propuesta y me felicitó. Entendió la broma y la aplaudió con un sentido del humor admirable. Creo que no hay nada mejor que reírse de uno mismo. En mis últimos vídeos me río de mí mismo, parodiando la idea de un actor que sólo quiere recitar a los clásicos pero le obligan a recitar letras de cada vez más dudosa calidad literaria.
“Cuando recito a Daddy Yankee lo hago como si fuera Machado”
¿En qué piensas cuando te pones a recitar La Gozadera?
El término ‘la Gozadera Poética’ lo acuñó otro amigo actor, Guillermo Barrientos, que en redes me comentó que todo esto era una ‘Gozadera Poética’, y me pareció genial usarlo para definir este estilo de recitado poético de letras que tienen que ver con un estilo musical discotequero, en el que rara vez nos paramos a escuchar lo que se dice. Cuando recito estas letras, trato de enfatizar algunos términos y onomatopeyas, pero hacerlo con toda la seriedad del mundo, como si de un poema de Machado se tratase. Ahí es donde reside la ironía.
Con La Salchipapa se te veía realmente ‘metido en la letra’, casi emocionado… ¿cómo haces para no partirte de la risa?
Recitarlo como si se tratase del mejor poema del mundo y procurar comunicar su contenido con claridad y precisión. Eso te mantiene concentrado e involucrado con lo que se está diciendo en ese momento. Pero no te voy a mentir, alguna toma he tenido que pararla porque sí que me ha entrado la risa.
¿Has llegado a encontrar cierto toque poético en esas letras?
Sí. Creo que muchas cosas son susceptibles de ser convertidas en poesía. Depende de cómo las comuniques, del grado de implicación emocional y el compromiso con el que se recite. Cuando me atreví con Malamente de Rosalía, descubrí que la letra tiene una belleza muy especial que da la razón al éxito musical de su álbum: tiene ecos lorquianos. En ese caso, no hubo nada de parodia, sino el intento de dramatizar una letra usando las onomatopeyas de la canción: los ‘tra trá’ como si fuesen tortazos de un maltratador a su víctima, y los ‘illo’ como si se trataran de las súplicas de la misma, para justificar a nivel actoral una escena terrible de maltrato que, si bien no se corresponde a esa canción dentro de la narrativa del álbum, sí está presente en la historia.
En la letra de Malamente hay ciertamente mucha poesía. También encontré poesía en el recitado de una fórmula bioquímica con la que me retó un profesor en las redes. Bauticé el poema como ‘Oda al succinato’. Algunos movimientos vanguardistas de principios del siglo XX buscaban la belleza en los objetos físicos corrientes (una locomotora, una tetera…). ¿Por qué no encontrarla en una fórmula bioquímica? Elevar lo ordinario a una categoría superior y poner el foco en esos detalles que damos por corrientes hace posible convertir en poesía casi cualquier cosa. En cualquier caso, yo no soy poeta. Sin embargo, todos estos ejercicios actorales que suponen para mí todos estos retos, me hacen plantearme que es posible elevar lo ordinario a una categoría superior.
Y del reggeaton a una fórmula química… ¿para cuándo una lectura de la factura de la luz en versión lorquiana?
(Risas) Es un buen reto. Habría que incluirle algún presagio, la luna, unos cristales rotos, tal vez un río…
“Si Lope de Vega me viera, entendería la ironía que hay detrás”
Tú que has dado vida a Lope de Vega en El Ministerio del Tiempo, ¿qué crees que pensaría él si te viera recitar esas canciones?
(Risas) No sé. Imagino que le divertiría el reto y entendería la ironía que hay detrás, no sólo de mí mismo como actor, sino también por el hecho de evidenciar con estas declamaciones la pésima calidad de algunas letras de éxitos musicales como La Salchipapa.
¿Hay algo que nunca te atreverías a recitar por mucho que te lo pidieran tus fans?
De momento no me lo he planteado. Quizá el límite está en la ofensa o en el mal gusto. Si me piden algo que vaya en esa línea, por supuesto que no lo haría.
¿Es más necesario que nunca el humor en estos momentos tan difíciles?
Creo que sí. El humor es necesario para tomar distancia, para tener una mirada elevada. Nos ayuda a suspender el terror por un instante y a tomar aire para seguir enfrentando el drama diario. Me hace especialmente feliz ver que mis videos han provocado muchas risas, algo que nunca me planteé cuando empecé a recitar a autores clásicos durante esta pandemia para llevar algo de poesía a la gente, un bálsamo de belleza muy necesario en estos tiempos tan terribles y que nos haga conectar con lo humano, con el lado amable de la vida.
Me asustaba lo que veía últimamente en redes, especialmente en Twitter y Facebook, donde los unos y los otros no paraban de echarse los muertos a la cara y cada cual se quedaba en su trinchera disparando sin pìedad a la de enfrente usando cualquier nueva noticia, bulo, o lo que fuese. Veía una cantidad infinita de odio y bilis, que asustaba.
Entiendo que en muchas personas era una reacción lógica al miedo, al dolor, y en otras era una oportunidad para hacer política, de un lado o del otro. Al compartir los videos poéticos, primero los serios y luego los paródicos, me di cuenta de que de pronto nadie insultaba o manifestaba una opinión cruel o contraria. Y me reafirmé en la idea de que me parece más importante sumar y aportar que restar. Nunca me planteé hacer humor, si bien es un registro que sí he trabajado, aunque no lo he explotado demasiado, pero descubrí que la ironía que había detrás de esos recitales de canciones modernas divertían mucho, cada vez más.
Y poco a poco me he ido lanzando y atreviendo a ir más lejos. Creo que el humor, si no es hiriente u ofensivo, une a las personas, al igual que la belleza. Y de pronto tengo la sensación de que hay muchas personas que necesitan esto. Me produce orgullo poder aportar mi granito de arena al hecho de hacer más llevadero el día a día de muchas personas que necesitan sonreír, reírse a carcajadas o sencillamente emocionarse con un poema que les vuelva a conectar con la belleza.
“Mi suegra me pidió que recitara Los Pajaritos”
Hasta tu suegra Beatriz Carvajal te hace peticiones de canciones a través de Twitter… ¿a la suegra hay que hacerle caso siempre?
¡Siempre! (Risas) Ella me pidió recitar Los Pajaritos y eso me dio un giro dramático interesante. Se me ocurrió la idea de que un fan había irrumpido en mi casa y me obligaba a recitar este tipo de letras absurdas y me impide seguir por la línea seria que le pueda gustar a ese personaje que recita, que no es sino la parodia, a veces, de un actor intenso. El resultado fue una especie de homenaje a Misery, que curiosamente mi suegra había interpretado en teatro, que ha provocado un giro argumental a estos recitales.
¿Fuiste tú el que la convenció para hacerse Twitter?
No. Pero me pareció genial que se abriera una cuenta.
“Grabar Diarios de la Cuarentena ha sido bastante estresante”
Dejando estos videos a un lado, eres uno de los actores de Diarios de la Cuarentena, ¿por qué crees que ha sido tan criticada su emisión en TVE?
Creo que muchas personas se adelantaron a criticarla antes de verla, y seguramente buena parte de ellos movidos por cuestiones políticas y de animadversión hacia algunos actores. Pero lo que hacíamos era un humor muy blanco y muy necesario para muchas personas que no tienen acceso a plataformas digitales y necesitaban sonreír al final del día con algo en lo que viesen reflejado su día a día durante el confinamiento. La serie no hacía humor con nada truculento, por supuesto, sino con esos cambios de rutina a los que todos nos hemos visto abocados durante la cuarentena.
Existen multitud de ejemplos de ficciones que se han hecho durante períodos de terribles desgracias para la humanidad (Armas al hombro, El Gran Dictador, Ser o no ser, etc…) que trataban de aportar distanciamiento para poder sobrellevar el drama. Es parte de la condición humana: la sonrisa es necesaria para aliviar el dolor. Y el humor da altura y perspectiva para poder tomar aire y distancia sobre los acontecimientos. De otra manera, el horror de la vida se hace insoportable.
La serie era tremendamente respetuosa y muy amable con toda esta situación. Y nos consta que a muchísimas personas les ha ayudado a sonreír al final del día. En estos tiempos prefiero aportar y sumar con lo que sé hacer y no dejarme llevar por la indignación y el odio. Aunque cada uno es libre de tomar el camino que quiera al respecto. Dicho esto, el dolor de los que han perdido a sus seres queridos es más que comprensible, pero sinceramente, no creo que se hayan sentido ofendidos por nuestra serie, porque en nada hemos ofendido ese dolor. Cabe añadir además que la productora ha donado los beneficios industriales de la serie a la Cruz Roja y que la serie está dedicada a todos los que luchan diariamente contra esta terrible pandemia.
¿Cómo surgió esa idea y cuándo te propusieron participar? ¿Cómo hacéis para grabarla?
Nos propusieron grabar unas escenas para un proyecto que tratase del confinamiento y del que no sabíamos en qué plataforma iba a acabar exhibiéndose. Yo pensaba que sería para internet, pero TVE vio el capítulo piloto y decidió que era un producto ideal para ese público mayor que, como te decía, no sólo no tiene acceso a plataformas digitales o no sabe cómo usarlas, sino que necesitaba despejarse de tantas noticias horribles a lo largo del día. A partir de ese momento, nos enviaron a casa un teléfono móvil de última generación, un trípode para teléfonos móviles bastante precario y un micrófono para el teléfono.
A través de videoconferencia con una tablet, el director iba dando instrucciones acerca de dónde colocar la ‘cámara’ y nos iba dirigiendo actoralmente. Procurábamos elevar la tablet a la altura del teléfono, lo que no era fácil, para que pudiera ver a través de Skype lo que se veía a través de la pantalla del teléfono. Era toda una peripecia técnica, bastante estresante y complicada, ya que no disponíamos de mucho espacio en la casa. Mi mujer (su pareja es Montse Plá, hija de Beatriz Carvajal) y yo ejercíamos de técnicos, iluminadores, vestuaristas, scripts y actores. Todo al mismo tiempo. Bastante estresante, la verdad. Pero el resultado es fantástico y apenas se notan esas carencias. Más adelante se incorporaron a las videollamadas una script y un director de foto que nos daban más instrucciones.
“Llevo peor lo de salir que estar confinado”
Supongo que el estado de alarma habrá cambiado mucho tu día a día, ¿cómo es hoy tu rutina?
La verdad es que no paro un segundo. Pensé que iba a tener tiempo para leer, volver a estudiar inglés, aprender meditación, tocar el piano, pero desde la segunda semana, con la llegada de la serie y el rodaje en casa, apenas hemos descansado. A eso le sumo ahora las grabaciones de los poemas y una semana plagada de entrevistas, y lo cierto es que no paro un segundo. También es cierto que no suelo aburrirme. Tengo cierta ansiedad creativa o hiperactividad, y voy de una actividad a otra con mucha facilidad. Por suerte, en casa, estoy rodeado de cosas que me apasionan (el piano, la lectura, las series…) .
¿Te has aficionado a algo nuevo? ¿Te has ‘enganchado’ al deporte online, por ejemplo, o a la cocina como el 90 por ciento de los españoles?
Para nada. Solía entrenar en un gimnasio antes de todo esto, pero me falta la disciplina para hacerlo en casa. Me propuse hacerlo, pero no le he dedicado ni un minuto porque, como te decía, he empezado a distraerme con multitud de cosas y ninguna ha sido ni la cocina ni el deporte.
¿Tú personalmente cómo estás viviendo el confinamiento?
Como te decía, el confinamiento lo llevo muy bien. No me aburro y tengo en casa todo lo que necesito para estar distraído y creativo. Llevo peor salir a la calle. Me ha quedado un cierto miedo y me preocupa tremendamente que relajemos las precauciones y olvidemos rápidamente lo terrible que ha sido todo esto.
¿Has tenido que cancelar o posponer algún proyecto laboral o personal?
Sí, claro. Se suspendió una gira de teatro que estaba haciendo, con la obra Lehman Trilogy, con la que llevamos dos años de gira, y a punto de volver a entrar en Madrid en temporada por tercera vez. También se suspendió el rodaje de una serie de televisión en la que iba a participar y el rodaje de la segunda temporada de Hernán en México que, si bien se pospuso antes de la pandemia y se retrasó al próximo otoño, ahora no sé muy bien cuándo se retomará.
¿Crees que sacaremos algo positivo de todo esto?
Espero que sí. Espero que tomemos conciencia de lo frágiles que somos y lo frágil que es nuestra aparente seguridad diaria, y que una pandemia nos iguala a todos, que no distingue, y que somos igual de vulnerables, sin importar raza, ideología o condición social. Ojalá nos sirva para valorar lo que es realmente importante en nuestra vida y en la sociedad, como es el caso de la Sanidad Pública. Y que no merece la pena pasarse el día enfadado por cosas que no están en nuestra mano. En mi caso, yo he tomado la decisión de aportar y sumar lo que pueda en este momento, con lo que sé hacer. Igual que han hecho muchísimas personas, cada una dentro de sus posibilidades.
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“Ningún actor recibe una subvención”
¿Qué te parece que algunos hayan hablado de manera peyorativa de los actores como ‘titiriteros’?
El término ‘titiritero’ pretende ser despectivo y peyorativo, pero es un oficio muy digno. Pasa lo mismo con el término ‘cómico’. Donde ellos creen que insultan, lo que demuestran es desconocimiento. Creo que a esas personas les interesa no entender las características de nuestro sector, que tiene un 94% de paro habitualmente, que es un sector precario en el que la intermitencia laboral es la norma. Han dicho tantas veces la mentira de "subvencionados" que muchos han terminado creyéndola.
Ningún actor recibe una subvención. Somos asalariados intermitentes. El glamour que ven en la tele es sólo un artificio y no se corresponde con el modo de vida del 95% de los profesionales del medio. Extender el bulo de que los actores son unos subvencionados es un acto deliberado de atacar a un sector que se ha pronunciado políticamente en muchas ocasiones, y ahí es donde se encuentra la verdadera razón de esos ataques: en que no pensamos como esos que usan esa expresión despectivamente para atacarnos.
Nunca atacan a otras industrias que reciben ayudas estatales (que son la inmensa mayoría de industrias del país) y no se les ocurre llamar a los trabajadores de esas industrias, asalariados como nosotros, "subvencionados". Lo que les molesta es el altavoz que tienen algunos actores que no comulgan con sus ideas. De ahí el uso peyorativo de esa expresión. Como eso no va a cambiar, no me preocupo demasiado por el que opina así. Lo que pone de manifiesto en el que usa esa expresión es no sólo un lavado de cabeza ideológico y la compra de una mentira acerca de nuestra industria, sino una inquina que no merece ser contestada.
¿Crees que en esta crisis que estamos viviendo se está dejando a un lado al mundo de la cultura?
Hasta hace poco parecía que sí, sobre todo con las desacertadas manifestaciones que tuvo el Ministro en los primeros días. Pero parece que se ha dado un paso atrás y las nuevas medidas aprobadas sí parecen ofrecer una solución medianamente satisfactoria para gran parte del mundo de la cultura. Ojalá nadie se quede atrás en esta crisis. Aún está por ver si la aplicación de esas medidas satisfacen todas las necesidades. Pero da la sensación de que hoy vemos un horizonte mejor que hace unas semanas.
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“Me cuesta imaginar un teatro con espectadores con mascarilla”
¿Cómo piensas que va a afectar todo esto al cine, el teatro…? ¿Qué soluciones ves al batacazo que también habrá en el sector?
Evidentemente va a afectar muchísimo. La industria del espectáculo en directo va a ser la última en recuperar la normalidad. Los protocolos de seguridad van a exigir, de momento, reducir el aforo de los espectáculos, lo que afecta directamente a la rentabilidad de los mismos.Aún tengo mis dudas acerca de muchos aspectos inherentes a esta nueva normalidad. La solución que veo, de momento, es la ayuda gubernamental, como parece que va a haber, para garantizar el sustento de los miles de trabajadores de esta industria hasta que se regrese a la normalidad de hace unos meses. ¿Qué determinará esa vuelta a la normalidad anterior? Desde mi punto de vista, o la desaparición del virus o que se de con una vacuna. Algo que terminará ocurriendo.
¿Te imaginas ya sobre las tablas de un teatro con todos los espectadores con mascarilla?
No. Me cuesta imaginarlo. Se me hace muy distópico y postapocalíptico como imágen. Pero me cuesta también imaginarme actuando con distancia con mis compañeros y tener la garantía de que el propio elenco no se contagia durante las representaciones. Andar con ese miedo y esa precaución constante no es lo mejor para una función de teatro.
Eres aficionado a la fotografía, ¿cuál crees que sería la imagen de este confinamiento?
Una calle vacía y unos ojos aterrados mirando por una ventana.
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